Las preguntas “incómodas” de los niños/as
Es completamente normal que a partir de cierta edad, los niños/as empiecen a cuestionarse aspectos relacionados con su propio cuerpo (alrededor de los tres años), la sexualidad básica y las diferencias sexuales y de género (alrededor de los cuatro años). Además, ellos y ellas no suelen tener ningún problema para preguntar estas cuestiones con la misma naturalidad que cuando preguntan sobre cualquier otra cosa. Sin embargo, para los padres y las madres no suele ser tan sencillo contestar a sus preguntas y hablar sobre estos temas.
Es fundamental que los padres y madres nos paremos un momento y hagamos un repaso sobre lo que pensamos y nuestra actitud sobre este tema, quién nos habló sobre ello y qué nos dijeron, cómo lo vivimos, etc. De esto dependerá la manera en que nosotros responderemos a su curiosidad. ¿Nos transmitieron que era un tema “del que no se podía hablar” y se enfadaron? ¿Nos hicieron sentir vergüenza o miedo cuando preguntamos? ¿Nos dieron demasiada información que no supimos entender?
Una revisión exhaustiva sobre lo que nosotros pensamos y sobre lo que queremos transmitir a nuestros hijos va a ser de gran ayuda a la hora de poder estar disponibles para ellos/as, teniendo en cuenta que la realidad en la que viven es diferente a la nuestra y que les estamos trasmitiendo una postura determinada en función de nuestro sistema de valores.
La importancia de hablar de sexo
Hablar de sexo con nuestros hijos es una buena oportunidad para enseñarles a vivir su cuerpo y su sexualidad de una manera respetuosa y saludable. Además, es también una oportunidad para mejorar la comunicación y aumentar la confianza entre nosotros. Hay que tener en cuenta que muchas veces vamos a observar la curiosidad de los niños en su juego (jugando con los muñecos, o a los médicos, etc.) y no directamente. Es importante no “hacer como que no los vemos” ya que esto tendría más que ver con miedos de los propios padres para enfrentar esta situación, que con lo que los niños realmente necesitan. Si los niños no satisfacen su necesidad de saber en casa, buscarán otras fuentes de información que quizá no tendrán tan en cuenta su edad, hasta qué punto necesitan saber o les transmitirán valores con los que nosotros no estemos de acuerdo.
Además, es también una oportunidad para ayudarles a protegerse en este ámbito. Podemos explicarles cómo protegerse, con quién es normal hablar de estas cosas y con quién no, quién puede tocarles y dónde y quién no, y así prevenir situaciones de abuso, etc.
¿Cómo lo hago?
Esto depende de lo que cada niño o niña quiera saber. Es importante estar muy disponibles para captar qué es lo que realmente necesitan, dejemos que ellos guíen la conversación. Para ello, está bien que cuando los niños nos pregunten, les devolvamos preguntas del estilo de “¿Tu qué piensas?”, “¿Tu que crees?”, “¿Alguien te habló sobre esto?”, etc. Cuanta más información tengamos sobre lo que sabe o cree saber, más fácil nos va a resultar contestar a sus preguntas. Después de contestar a su pregunta podemos preguntarle si le resolvimos las dudas.
Hablemos de las partes del cuerpo con naturalidad y llamémoslas por su nombre, así entenderán que son zonas del cuerpo sobre las que se puede hablar y preguntar. Se puede hablar de las diferentes zonas, de sus funciones y de cómo funcionan, de cómo cuidarlas, de cuándo preocuparse y pedir ayuda, etc.
En función de la edad y la maduración necesitarán más o menos información, lo más importante es que nos sientan disponibles y abiertos/as, adecuándonos a darles la información que puedan comprender y transmitiéndoles que de estos temas sí pueden hablar con nosotros/as.
Escrito por Inés Alonso psicóloga del equipo NB