La Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) de Hayes, Stroshal y Wilson (1999) forma parte de
las Terapias de Tercera Generación, siendo la más completa dentro de esta 3a ola de terapias. Las
Terapias de Tercera Generación se caracterizan por estudiar los eventos psicológicos incluyendo los
trastornos, como interacciones entre la persona y su entorno, entendidas de acuerdo con el pasado y
el presente del sujeto. Estas terapias emergen por el desconocimiento sobre porque funciona o
fracasa la Terapia Cognitiva, por la existencia de concepciones radicalmente funcionales del
comportamiento y las investigaciones de la función adaptativa que cumplen el lenguaje y el
pensamiento. A este enfoque o perspectiva se le denomina contextualismo funcional, los métodos
y técnicas de intervención suelen ser más indirectos y basados en la experimentación plena de
sentimientos y emociones. Por lo tanto, proporciona una nueva perspectiva de la psicopatología.
Partiendo de esta base la ACT pretende cambiar la manera en la que nos relacionamos con nuestros
pensamientos y emociones negativas a través de la aceptación psicológica del malestar y la
clarificación de los valores personales de cada uno, aumentando así la flexibilidad psicológica.
Mediante metáforas, paradojas y ejercicios experienciales, la persona aprende a contactar con sus
pensamientos, sentimientos, recuerdos y sensaciones, tanto los temidos como otros. Diversos
estudios han demostrado que si tratamos de reprimir pensamientos y emociones que generan
malestar y sufrimiento, es esa represión la que genera un sufrimiento patológico, pues experimentar
malestar es natural y cumple un función adaptativa. Por su parte, en el proceso de clarificación de
valores se trata de delimitar con la persona que cosas son importantes para su vida, donde está y a
donde quiere llegar si las barreras de pensamientos y emociones negativos no existieran, tanto en
sus relaciones de pareja, como familiares,laborales y sociales. ACT busca por tanto generar las
condiciones para que la persona se “de cuenta” de que lo que actualmente hace está en dirección
contraria a lo que realmente quiere.
El objetivo pues será generar un repertorio extenso y flexible de acciones encaminadas a avanzar
hacia objetivos suscritos en direcciones personalmente valiosas, contactando con el presente
plenamente y conscientemente.
La ACT sostiene que la base de los trastornos psicológicos se encuentra en el lenguaje que
generamos, que nos produce pensamientos y sensaciones que vivimos como molestos. Este patrón
de regulación verbal ineficaz se denomina evitación experiencial, y se asienta en una cultura que
promueve la “necesidad de sentirse bien” y, por tanto, de “suprimir el malestar”. El placer y el
sufrimiento son dimensiones del mismo continuo, uno no existiría sin el otro y esta dimensión se
ampliaría por el hecho de ser verbales. La tarea del terapeuta sería romper las reglas verbales no
funcionales como “deja de pensar”, “piensa en algo positivo”, “si no estoy feliz algo va mal
conmigo”.
Las principales técnicas utilizadas en ACT son el uso de metáforas, el empleo de paradojas y los
ejercicios experienciales. Las primeras son efectivas si contactan con la función de la evitación que
realiza la persona, además son fáciles de recordar. Con respecto a las paradojas se resalta la
contradicción de aplicar construcciones verbales a fenómenos no controlables y que proporcionan
resultados paradójicos. Por ejemplo, “No sentir miedo a hablar en público” el resultado que
consigue es el contrario , paradójicamente aumenta dicho miedo. Los ejercicios experienciales
tratan de contactar con el Yo en el contexto donde se dan nuestras acciones y pensamientos,
mientras los acontecimientos se suceden hay una parte de nosotros que permanece en el tiempo, que
es más que lo que se siente en un momento determinado. Una vez se conecta con esta parte se
expone al cliente a los eventos privados desde esa posición. La experiencia es más efectiva que la
argumentación o discusión para mostrar los defectos y problemas que genera el lenguaje.
Por lo tanto los elementos clave en ACT serían:
1. Defusión cognitiva:los pensamientos, imágenes, recuerdos y otras cogniciones no son
reglas que haya que obedecer sino que forman parte de nosotros y podemos cambiarlas hacia
nuestro propio beneficio.
2. La aceptación: mostrarle al paciente que los intentos de control del malestar no le han
llevado más que a aumentar su sufrimiento.
3. Ponerse en contacto con el momento presente: hacer un esfuerzo consciente con lo que
esta sucediendo “aquí y ahora”, experimentar el mundo de forma más directa para que las
personas describan los acontecimientos actuales, en lugar de predecirlos y juzgarlos.
4. Yo- Observador: observar que los pensamientos y emociones son aspectos periféricos de
nosotros, vienen y van pero no son la esencia de lo que somos. Se trata de observar quien
somos realmente y demostrar que no somos lo que pensamos.
5. Tratamiento orientado a valores: clarificar que es lo más importante, qué clase de persona
queremos ser, qué es lo significativo y qué queremos representar en esta vida.
6. Compromiso con sus propios valores: establecer metas guiadas por valores e involucrarse
en acciones efectivas para alcanzarlas.
La ACT se ha mostrado efectiva en varios estudios de caso. La ACT ha sido comparada con
tratamientos cognitivos, tratamientos habituales, condiciones placebo o lista de espera (revisiones
en Hayes,2004, 2004 y Hayes et al., 2004, Hayes y Strosahl,2004). ACT se ha mostrado mejor o
igualmente eficaz que los tratamientos cognitivos al finalizar los tratamientos, pero los pacientes de
ACT se han mostrado mejor en el seguimiento. También ha resultado eficaz para evitar cronicidad y
alterar de forma notable el curso de secuelas y síntomas variados. Estos resultados se han mostrado
en depresión, estrés laboral, sintomatología psicótica, TOC, ansiedad, fobia social, consumo de
drogas, esclerosis múltiple, psico-oncología, tricotilomanía, miedos y preocupaciones, diabetes,
epilepsia, dolor crónico y autolísis (Luciano, Gutiérrez y Páez-Blarrina, 2006).
El análisis de los procesos verbales de cambio implicados en los distintos métodos es un trabajo
iniciado hace años pero todavía insuficiente (Barnes-Holmes et al., 2004; Luciano, Rodríguez y
Gutiérrez,2004). A pesar de estas limitaciones se ha evidenciado la consistencia en la separación de
los pensamientos y sentimientos negativos y las acciones valiosas en la persona (véase revisión en
Hayes et al.,2004) , lo que implicaría un cambio funcional de estos procesos psicológicos sin que se
reduzca su impacto a corto plazo(Luciano, Gutiérrez y Páez-Blarrina, 2006).
Personalmente el punto fuerte de esta terapia en particular y de las terapias de Tercera Generación
en general es la re- conceptualización del término sufrimiento y lo considerado psicopatológico,
concibiéndolo como parte de un proceso mental normal dando respuesta a un contexto anormal.
Otro de los puntos clave ha sido la recuperación de los valores filosóficos promulgados por
numerosos estudios sobre el ser humano que consideran la dimensión sufrimiento-placer como parte
intrínseca de la vida, además de necesario con una función de regulación del organismo.
Por último, el verbalizar y clarificar los valores personales de cada uno posibilita orientar nuestras
actuaciones hacia unos objetivos valiosos.
La gran utilidad de esta terapia no solo sirve para hacer frente a problemas como la ansiedad,
depresión, traumas, adicciones, TCA…etc sino que los elementos de atención plena son eficaces
para cualquier persona que quiera mejorar su rendimiento en el entorno laboral o social. Además el
carácter breve de esta terapia la convierte en un enfoque más atractivo para los que quieran dominar
la atención para algún fin específico.
Debido a la novedad de este enfoque son todavía pocos los estudios experimentales que lo ponen a
prueba y evidencian sus limitaciones. No obstante, ACT promulga que experimentes las emoción y
los pensamientos y que aprendas a vivir con ellos encaminándote hacia donde quieres ir, sin
embargo, si nos vemos continuamente desbordados por nuestra emoción y pensamientos sin un
adecuado manejo no podremos trabajar tampoco en la dirección hacia nuestros valores. Por lo tanto,
siempre es adecuado aprender estrategias que nos permitan cierto grado de regulación emocional.
Así mismo el empleo de técnicas como las metáforas y las paradojas requieren que la persona
disponga de un adecuado rendimiento cognitivo y de lenguaje que le permita extrapolar el
contenido de estas técnicas a su historia personal,personas con dificultades en el pensamiento y en
el lenguaje no se beneficiarían lo suficiente de esta intervención. Por ejemplo, pacientes con
esquizofrenia con fuga de ideas, bloqueo de pensamiento, pensamiento circunstancial, tangencial o
perseverante.
Es mucho el camino que le queda por recorrer a las Terapias de Tercera Generación pero es
innegable su gran aporte al mundo de la psicología dejando de estigmatizar y patologizar procesos
que son normales y necesarios en el ser humano.
“Mónica Loren, psicóloga en prácticas en NB Psicología”