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El trauma sucede cuando algo es demasiado. Demasiado fuerte, demasiado rápido, demasiado temprano. La mayor parte de las veces, cuando hablamos de trauma, nos vienen a la cabeza experiencias de maltrato, violaciones, accidentes, muertes y no tenemos en cuenta otro tipo de experiencias. Desde la perspectiva de un adulto, muchas de las situaciones que describiremos pueden parecer insignificantes, pero para un niño, vulnerable y sin recursos ante un mundo que no conoce, puede resultar devastador.

Algunas experiencias que se encuadran dentro del trauma oculto o encubierto son:

  • La ausencia de límites: el aprendizaje y el respeto de los límites personales e interpersonales es un sinónimo de cuidado. En los casos en los que los límites no están presentes, los niños no aprender a decir “no”, tienden a hacerse cargo de cosas y asuntos que no corresponden a su edad o por el contrario, no se responsabilizan de lo que sí les corresponde. La ausencia de límites genera inseguridad y desprotección, es como ir un día a trabajar sin saber a qué hora tienes que entrar, cuáles tu sitio, las funciones que tienes que realizar, cómo ir vestido…

 

  • El aglutinamiento: Las dificultades de diferenciación o individuación en las familias tiene como consecuencia que los niños no puedan discernir entre el yo y los otros, pudiendo a llegar a confundir lo interno con lo externo. Vivir las emociones a través de lo que sienten los demás y no de las propias genera una sensación de desbordamiento emocional y frustración, ya que no sólo no aprenderán a hacerse cargo de las propias, sino que es imposible que consigan calmar las de los otros.

 

  • La inversión de roles: Hace los niños se sientan muy valorados como adultos y no puedan ser niños. Recibir mensajes como “es una niña muy responsable” “es muy maduro para su edad” hará que tiendan a ignorar sus necesidades y a cubrir las de los demás. Pueden mostrar dificultades en autocuidado, regulación emocional, no saber protegerse y sentirse invisibles.

 

  • La sobreprotección: es un trauma silencioso que va minando la autoestima, la seguridad en uno mismo y los recursos. Muchas veces se confunde estar demasiado preocupado o atento con amor, sin embargo, la sobreprotección implica carencia de presencia emocional, incapacidad de poder conectar emocionalmente con el otro. Los niños que la reciben presentan mucha inseguridad, miedos intensos e incapacidad para ser autónomos.

 

Las experiencias descritas también son desbordantes, también generan daños en los seres humanos. Aunque puedan parecer más sutiles, a largo plazo pueden llegar a ser incluso más dañinos que los traumas más visibles. Es importante tenerlo en cuenta para poder repararlo de una manera adecuada.

 

Rocío Hernández Bahlsen

Psicólogos en Collado Villalba y Moncloa

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