“El deseo de tener un animal tiene su origen en un antiguo deseo primario: el deseo del hombre moderno de volver al paraíso perdido.” (Konrad Lorenz, etólogo)
En la infancia aprendimos que el ser humano está unido por un estrecho vinculo con el resto de animales. Desde que existimos como especie hemos interaccionado con ellos, primero nos proporcionaron alimento y abrigo, y posteriormente, los domesticamos con el fin de optimizar nuestros recursos. Además, con el paso del tiempo y la convivencia, los humanos observamos que su compañía y afecto nos proporcionaban una sensación muy agradable de bienestar.
Para verificar esta influencia no hace falta viajar en el tiempo hasta el Neolítico, basta con que le pidamos a cualquier persona que conviva con un animal: perro, gato, conejo.., que nos describa como se siente cuando están juntos. La mayoría de las personas coincidirán en que se sienten más felices, más amados, sobre todo cuando te reciben con inmensa alegría al volver al hogar. Argumentarán que son amigos incondicionales, que permanecen a tu lado en los momentos buenos y en los malos, acompañándote cuando te sientes triste o sol@, e incluso que su vida estaría incompleta sin ellos. En definitiva, en muchos sentidos se podría decir que mejoran nuestra calidad de vida.
Pero aunque convivir con animales nos aporta multitud de beneficios y muy pocos inconvenientes, no se podría incluir como Terapia Asistida con Animales (TAA). Entonces, ¿que son las TAA? Una definición sencilla establece que es realizada cuando un humano interactúa con animales bajo criterios predeterminados en terapias destinadas a solucionar alteraciones de la salud física o mental.
Es decir, que un factor primordial en una TAA es que debe existir un objetivo terapéutico, o lo que es lo mismo, que ha de proporcionar un beneficio en alguna función física, social, emocional y/o cognitiva de las personas que participan en dichas terapias. Otra característica imprescindible en estas terapias es que han de realizarse bajo la supervisión de un técnico especializado que guíe al animal (perro, gato, caballo..), previamente adiestrado para este propósito.
Las Terapias asistidas con animales abarcan diferentes campos de aplicación: psiquiatría, neuropsicología, rehabilitación física y mental, oncología, enfermedades crónicas, prevención de patologías, población penitenciaria, etc.. Confirmándose en diferentes estudios que los profesionales de la salud que emplean animales durante el desarrollo de su trabajo terapéutico obtienen cambios positivos en sus pacientes.
Se pueden utilizar a cualquier edad, desde la infancia hasta la senectud, por ejemplo, la TAA es muy efectiva con niños hospitalizados, ya que mejora su estado anímico y sus capacidades sociales y comunicativas.
En pacientes con depresión o institucionalizados, como en el caso de los usuarios de residencias geriátricas, la presencia de un animal ayuda a relajar la atmósfera, incrementando la distracción, la alegría y el juego. Estas distracciones positivas y el mero hecho de cuidar de otro ser vivo ayudan al individuo a diversificar sus preocupaciones.
Como conclusión, la TAA es efectiva porque mejora, entre otras muchas, las capacidades sociales y de comunicación, corrige problemas de conducta -agresividad, aislamiento..-, disminuye la ansiedad, mejora el estado de ánimo y la autonomía, así como la capacidad de empatía y el respeto hacia los animales. Además, los pacientes y sus familiares se implican y valoran muy positivamente estos protocolos.
Artículo escrito por Pilar Montón, Psicóloga en prácticas en el Centro de Psicología NB.