La sociedad tiende a relacionar el concepto de soledad con el proceso de duelo. Vivimos en una época donde la exigencia de fortaleza es tan sumamente fuerte y potente que apoya a la no expresión de las emociones asociadas al duelo, tales como confusión, tristeza, negación o miedo. Esta relación nos invita a aislarnos y acercarnos al concepto de soledad.
El dolor tiene una función dentro del proceso de duelo, siendo esta la de contactar con una parte interna nuestra, mucho más íntima, de vulnerabilidad, donde podemos buscar qué necesitamos a través de ella. En ocasiones, esta soledad no solo nos aleja de nuestros seres queridos, o de círculos de apoyo, sino que también nos aleja de nosotros mismos y de nuestras necesidades.
También, debemos recalcar que la soledad se entiende, no tanto como el estar solo, sino el sentirse no acompañado, no querido y no merecedor. Estar solo, pero sentirse amado es otra historia. Debemos trabajar en transformar la soledad en la oportunidad de conectar con nosotros mismos, de poder disfrutar de tiempo con uno mismo. Disfrutar de la soledad, de estar solo sintiéndonos acompañados es la oportunidad idónea para poder conocernos de manera más profunda, conectar y alimentar nuestro amor propio. No nos han enseñado a poder disfrutar de este contacto y mirada con nosotros mismos, esto se aprende, se entrena y cada vez comienza a ser mucho más satisfactorio, siendo esta soledad el complemento perfecto de la compañía.
A partir de aquí, para la persona es mucho más fácil trabajar con un cambio de perspectiva sobre el concepto de soledad durante el proceso de duelo, y darle un significado adaptativo convirtiendo esta situación en un impulso de resiliencia ante situaciones difíciles.
Desde NB Psicología, te acompañaremos en este proceso de pérdida para aprender y poder aportar autoconocimiento y estrategias de afrontamiento desde la conexión de uno mismo y desde una mirada a nuestro interior en estos momentos de dificultades.
Claudia Martínez
Psicóloga sanitaria en NB Psicología