Los terrores nocturnos se incluyen dentro de los trastornos del sueño que ya fueron definidos brevemente en una entrada del blog anterior. A continuación, se pretende dar un poco de luz acerca de los mismos
¿Qué son los terrores nocturnos?
Los terrores nocturnos son episodios recurrentes de despertar brusco vividos con gran terror (por ejemplo., se suelen manifestar en forma de gritos o llanto con angustia). Durante este episodio, puede aparecer sudoración, taquicardia, etc. Además, aunque no suele obtener consuelo en las personas que acuden ante el episodio e intentan darle este consuelo.
A la mañana siguiente, es habitual que la persona no recuerde el episodio de terror nocturno (a diferencia de las pesadillas, por ejemplo) y este suele tener lugar al principio de la noche, aproximadamente, en el primer tercio de la misma.
A lo largo de la vida de las personas, puede ser común tener al menos algún episodio de terror nocturno, pero si son recurrentes y acaban generando un malestar significativo en la persona, puede llegar a establecerse el diagnostico.
Los terrores nocturnos se suelen manifestar en la infancia, siendo menos habituales en la edad adulta.
¿Qué aspectos pueden influir en que haya más episodios de terrores nocturnos?
Existen distintos aspectos que pueden influir como la fatiga; estar mucho tiempo sin dormir o, al menos, sin dormir lo suficiente; también si aparecen alteraciones en el ritmo de sueño-vigilia que se mantienen durante tiempo; el estrés; antecedentes familiares de terrores nocturnos.
Los terrores nocturnos pueden aparecer asociados a depresión o ansiedad tanto en niños como en adultos.
¿Cómo puede ayudar la psicoterapia?
A día de hoy, la psicología cuenta con tratamientos que han mostrado su eficacia para los terrores nocturnos. Desde NB Psicología contamos con profesionales que llevarán a cabo una evaluación y una intervención orientadas a las necesidades de la persona y también de la familia, dado que, en numerosas ocasiones, suele ser un niño el que presenta estos terrores nocturnos y se hace necesario un abordaje familiar, en el cual, se impliquen tanto el niño como los miembros de la familia en el proceso terapéutico.
Matilde Loeches
Psicóloga sanitaria en NB Psicología