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Nos construimos en nuestra familia, esta nos cuida (o descuida), nos cría y educa, nos moldea y modela…, en definitiva, nos influye y deja huella. Aprendemos de nosotros mismos, del mundo y de los demás a través de nuestra familia. Como bebés y niños asumimos como cierto y único lo que vemos y sentimos con nuestra familia. Si nos transmiten apoyo, nos sentiremos “queribles”; si nos hablan mal aprenderemos, este estilo de comunicación; si reconocen nuestro esfuerzos y logros, sentiremos confianza en nosotros mismos…
De esto deducimos cómo nuestra forma de funcionar como adultos está muy marcada por las vivencias familiares. No pocos de los problemas que nos afectan en el presente pudieron causarse en el seno familiar o ser consecuencias de situaciones familiares desfavorables. Siendo justos también gran parte de nuestros aprendizajes, recursos y capacidades se originan ahí.
En cualquier caso, se hace necesario conocer nuestro origen familiar para ampliar el conocimiento de nosotros mismos, y para hacer las modificaciones necesarias que nos permitan reparar posibles daños y funcionar de una manera más adaptativa. Esto puede lograrse con terapia individual o familiar, siendo en este segundo caso la familia quien participa y se beneficia de este trabajo. Con la terapia se buscaría que la familia se consolidara como la principal red de apoyo, proporcionando seguridad y pertenencia.
La terapia familiar surgió para atender los problemas psicológicos enmarcándolos dentro del sistema familiar al que pertenecemos cada uno de nosotros. Los síntomas se entienden como expresiones de disfuncionalidad familiar, teniendo una utilidad dentro del sistema. Poniendo un ejemplo, un problema de comportamiento de un hijo puede estar expresando un conflicto en el matrimonio de sus padres, o un patrón de consumo puede desvelar una salida a un sistema muy rígido e invalidante… Reconociendo la función del síntoma se acompaña a la familia a encontrar soluciones a los problemas primarios que no encontraron mejor salida que el síntoma o trastorno psicológico.
Conociendo esto, veamos más concretamente algunos de los beneficios de la terapia familiar:
También se hablará de todo aquello que no ha podido expresarse hasta el momento, “desatascando” tabúes que influyen, volviéndolos explícitos y manejables.
¿Para hacer terapia familiar debe acudir toda la familia a la consulta?
No necesariamente. Puede trabajarse con un subsistema (ej, padres, pareja…), con la familia nuclear al completo, con alguna diada en particular (ej, madre-hija) o con un miembro, pero desde este paradigma. Siempre se enmarcará la demanda de terapia como parte del sistema familiar al que se pertenece, sabiendo que cualquier cambio impactará en este.
NB Psicología cuenta con psicólogos formados en terapia familiar. Nos adaptamos a lo que necesites y sabremos asesorarte si tienes más dudas. Pregúntanos.