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La situación mundial de la pandemia por COVID, ha significado grandes maniobras de seguridad que han implicado cuarentenas y largos períodos de confinamiento en todo el mundo. El repentino cambio en el estilo de vida, así como las normas y reglas para prevenir el virus, han marcado fuertemente la forma de relacionarse de los seres humanos a través de nuestro planeta.

Las costumbres y usos que normalmente compartimos dieron paso a una nueva serie de acciones sanitarias destinadas a protegernos del virus y la enfermedad. Así, la constante higiene de las manos, la distancia de uno o dos metros, el uso de la mascarilla constantemente, han dado lugar a cambios en nuestros modos de relacionarnos social y culturalmente.

Hemos dejado de darnos dos besos al saludarnos, ya no está bien tocarse, extender una mano para tocar el brazo de la otra persona, en señal de compresión y empatía, un abrazo cuando compartimos una situación de encuentro, afecto o celebración, con amigos o familia, así como el contacto sensual y sexual que podíamos mantener con un compañero/a. (1)

Todo lo que gira alrededor del COVID y la pandemia asusta y desorienta. Y esto ocurre a todos, los que están solos, o aquellos que están comenzando una relación. Pareciera que no queda espacio para lo espontáneo, ganas de abrazar, de besar, de hacer el amor, si debemos “guardar las distancias”.    

La incertidumbre y preocupación activadas por el miedo al virus implicaron que las personas cumplieran con todas estas normas de forma responsable en un primer momento, pero con el paso de tiempo, fueron reconociendo los síntomas relacionados con la falta de muestras de afecto, como el contacto físico, que se da en distintas formas de acercamiento al otro, en relaciones interpersonales. 

Perdimos la fluidez en la comunicación, la cotidianeidad, vernos con la familia que vive lejos, con los mayores, o con los amigos, o grupos de actividades, perdemos la espontaneidad, la afectividad, la cercanía, el tocar al otro, acompañar, apoyar, sentir y sentirnos tocados.

Esta sensación de pérdida se da en familias y parejas, pero también se extiende a diferentes personas de distintas edades. Los más jóvenes, entre 15 y 30 años, acostumbrados a vivir intensamente en grupo, se encuentran más tiempo solos, y con probabilidad de caer en depresiones, problemas de conducta alimentaria o de abuso de sustancias. Seguramente esto, también puede ocurrirles a los mayores, aunque estos tendrán más capacidad de soportar la distancia y las normas. Según Rosa Castaño “… para todos es necesario redescubrir o descubrir diferentes formas de expresar el afecto, el amor, la cercanía, siempre considerando que también existen limitaciones de la vida sexual. El miedo al contagio está en todas partes, el virus se transmite por el aire, a través de las microgotas que expulsamos al exhalar, el aliento y al hablar. La OMS3 ha dado muchas recomendaciones de prevención del coronavirus en el día a día, sin embargo, no dice nada respecto de las relaciones sexuales, y los médicos no dan ninguna recomendación en este sentido y por lo que he podido comprobar tampoco los pacientes preguntan sobre la prevención de posibles contagios sexuales. Me pregunto si esta pandemia ha hecho, entre otras cosas, que el contacto íntimo esté condicionado por la preocupación, si hay una alerta generalizada ante el contacto cuerpo a cuerpo, y si el miedo disminuirá la capacidad para el erotismo y el disfrute, y también me pregunto, si ahora, las relaciones sexuales, tanto esporádicas como estables, van a depender más que nunca de pactos de credibilidad y confianza, e incluso si se va a producir un mayor incremento del uso de la pornografía.” (1)

De todas maneras, lo principal, que afecta a todos, es ese compartir, “decir” cosas con el contacto, relacionarse a través de lo corporal, sentir la piel de la otra persona, el calor del otro cuerpo, la cercanía física, con las emociones que esto genera, para pasar a una distancia que se siente, sufre, cada vez más. (3)

La distancia des-conecta, una parte de nosotros no está en la relación de la misma manera, muchas veces nos encontramos deteniéndose cuando estamos a punto de acercarnos al otro a agradecer algo con la mano, o con un beso, o a compartir un abrazo con la alegría de un encuentro. (2)

Desde el punto de vista social, hemos cubierto lo que tiene que ver con el trabajo, habiendo pasado de presencial a remoto, con sus posibles complicaciones, sobre todo para familias con hijos, con necesidad de ayuda y soporte y de conciliación. (4)

Lo social es muy importante para un individuo, y pareciera que hemos logrado sustituir algunos encuentros, para pasarlos a formato online. ¿Pero, donde queda el cuerpo? El cuerpo queda en general quieto, sentado, en casa, alejado, a distancia, y sin recibir esos contactos que le agregan vida. Se queda sin interacción con otros cuerpos, con falta de energía, o desgano generalizado, con problemas de falta de deseo o excitación, con disfunciones sexuales, que a su vez impiden o dificultan encuentros en relaciones ocasionales o estables. (1)

Considero que los que nos queda es el afecto, y que debemos centrarnos en ello. Recuperar acciones de cuidado, de preocupación por el otro, conductas que manifiesten nuestros sentimientos a las personas que amamos. Redescubrir formas de contactarnos que permitan reflejar ese sentimiento, expresar a alguien que le echamos de menos, buscar una manera de encuentro que nos permita vernos, recordar momentos compartidos, volvernos más creativos para expresar esa falta. Creo que hoy en día, todo sirve. (1)

Bibliografía:

(1) Rosario Castaño. “El erotismo y el sexo en tiempos de la Covid19. Repercusiones en nuestras consultas.” Instituto de Psicoterapia Relacional, Madrid.

(2) Subía, Muñoz & Navarrete. Comportamiento sexual en el aislamiento social a causa del covid-19 . Número Especial Desafíos Humanos ante el COVID-19 Abril – Octubre.2020 http://dx.doi.org/10.33210/ca.v9i2.315.

(3) Rodríguez Salazar, Tania; Rodríguez Morales, Zeyda. “Intimidad y relaciones de pareja durante la pandemia de la COVID-19 en Guadalajara”. Espiral . May-Dic2020, Vol. 27 Issue 78/79, p215-264. 50p.

(4) Orejuela Gómez, J.; Castaño González, F.; Quintero Torres, J.; Reyes Sevillano, W.; Patiño Torres, J.; Moncayo Quevedo, J. & Loaiza Mejia, A.(2020). “Reimaginar el futuro pospandemia”. Cali, Colombia: Editorial Universidad Santiago de Cali.

Andrea Granucci

Psicólogos en Collado Villalba y Moncloa

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