Los niños que apenas lloran… que cuando algo les duele no se quejan… que cuidan a sus padres como si fueran adultos…. que median en los problemas familiares…. que se callan cuando tienen un problema y se lo solucionan solitos…. Esos niños, ¿realmente están pudiendo ser niños?
Reforzamos mucho esa madurez aparente en los niños, entendiendo que el que un niño sea muy maduro (muy adulto) es algo bueno, y no un problema, pero… ¿está un niño realmente preparado para ejercer de adulto antes de serlo? La respuesta evidente es que no. Y entonces, ¿por qué lo aparentan?
Cuando existen problemas en el entorno familiar, los niños activan siempre un fuerte instinto de supervivencia, que les hace compensar lo que sea necesario con tal de mantener el vínculo con sus padres (porque, ¿Qué sería un niño sin sus padres?) Así, si soy un niño pequeño y lloro… y mi madre llora más por verme así… aprendo que debo dejar de llorar para que mi madre se sienta bien. El comportamiento aparentemente adulto nos hace gracia, nos gusta… nos facilitan mucho las cosas. Por supuesto, es más sencillo que un niño de 5 años se calme sus propias emociones y no que llore, grite o tenga pataletas ante las que muchas veces, un padre no sabe cómo comportarse. Pero, ¿cómo puede aprender un niño a calmarse? La única forma sana y realmente adaptativa, es siendo calmado por sus padres. Un niño pequeño no sabe gestionar sus propias emociones, biológicamente, no puede hacerlo. Por lo tanto, aunque aparentemente lo haga… en realidad es muy probable que esté usando métodos inadecuados, los cuales pueden continuar hasta la edad adulta.
Si un niño tiene una rabieta … pega patadas…grita…. llora desconsoladamente…. está manifestando sus emociones de manera descontrolada. Pero no está enfermo. Ni es que sea “muy llorón” o “muy difícil”. Sólo está en un proceso adaptativo de aprendizaje… Le pasa algo, siente emociones intensas, y las manifiesta. Y la manera de enseñarle a ese niño a controlar esas emociones, es permitiéndole sentirse mal, ayudándole a entender lo que ha sucedido, y después, calmándole. Esta secuencia le proporciona la sensación de seguridad y protección ante un momento malo; así va conteniendo su rabia y su llanto con la comprensión y la paciencia de las personas que le cuidan. Con el tiempo, esos cuidados parentales conseguirán ser algo interiorizado, y aprenderá a autocalmarse de forma sana si siente emociones desagradables.
Para hacer esta dura tarea, es necesario que los padres puedan aprender a calmarse a si mismos primero… Si mi hijo llora… y yo me asusto y lloro más…. Le enseño que llorar es algo terrible, que hace llorar a su madre o padre… y que no se va a pasar nunca. Si mi hijo me ve a mi enfadada o triste todo el tiempo…. Aprenderá que debe anular sus propias emociones e intentar cuidarme a mi para que esté yo bien. Si mi hijo tiene una rabieta y grita… y yo hago lo mismo y le grito más… aprenderá que la rabia se aplaca con más rabia, pero que no se calma ni se gestiona…. Y así con todo.
Por lo tanto, esos niños tan maduros, son en realidad una ilusión. Por supuesto, está muy bien que un niño aprenda poco a poco a controlar su conducta y sus emociones, a seguir las normas, a ser empático y educado con los demás…es decir… que vaya madurando. Pero claro, poco a poco. Los niños no saben gestionarse a si mismos si un adulto no se lo enseña previamente a través de sus propias actuaciones, y esto dura un tiempo, y lleva su proceso. Por lo tanto, los niños deben ser niños hasta que son adultos… y entonces, los adultos, deben ser siempre adultos y estar por encima de sus hijos cuando éstos se descontrolan. En lugar de crear niños maduros, intentemos madurar nosotros primero, y así podremos dejar a nuestros hijos ser simplemente niños.
Escrito por Nerea Bárez (Psicóloga)