El miedo al dentista es un temor bastante común. De hecho, estudios recientes indican que una de cada cinco personas sufre ansiedad dental.
¿Por qué se tiene miedo al dentista? Resulta complejo establecer una única causa, ya que se desarrolla a partir de distintas conductas y pensamientos. Podría decirse que el origen del miedo dental es de tipo multifactorial. Por un lado se encuentran los factores no cognitivos como haber sufrido experiencias negativas en el dentista o contar con una personalidad de tipo ansioso.
La exposición a personas con miedo dental también es una cuestión importante. El hecho de observar que alguien sufre ansiedad por ir al dentista, por ejemplo en el caso de padres e hijos, puede llevar al contagio de este miedo en los niños.
Por otra parte están los factores cognitivos como la vulnerabilidad cognitiva, que en este caso se centra en explicar cómo ante el hecho de ir al dentista o de recibir un tratamiento dental, automáticamente se desencadena una valoración negativa en relación a este tratamiento, del tipo: falta de control sobre lo que puede ocurrir, probabilidad de sentir asco o vómitos, sensación de que pueda resultar peligroso, etc. Las últimas investigaciones en este campo señalan que son estos aspectos relacionados con la vulnerabilidad cognitiva, los que tienen mayor capacidad de explicar las puntuaciones en las pruebas de miedo dental. Por detrás se encuentran aquellos que tienen que ver con, por ejemplo, malas experiencias en consulta.
Las expectativas en relación a la probabilidad de vivir experiencias dentales adversas o la creencia de no ser capaces de soportar el tratamiento, también se encuentran en el grupo de los factores cognitivos.
¿Qué consecuencias puede tener el miedo al dentista? El miedo dental es uno de los problemas más frecuentes en odontología pediátrica, que puede tener consecuencias negativas para los niños, debido a las conductas de evitación. Los niños que tienen miedo al dentista acuden con menor frecuencia a la consulta y ésto puede derivar en problemas para su salud dental, ya que no reciben los tratamientos oportunos. Es decir, que las personas que sufren miedo dental son más propensas a retrasar el tratamiento y sólo van si tienen algún problema evidente o dolor. Esto hace que el miedo aumente todavía más, provocando una especie de “círculo vicioso”.
Otra consecuencia relacionada es que la falta de cooperación que presentan estos pacientes puede desembocar en la disminución de la calidad de los tratamientos, ya que en ocasiones no pueden llevarse a cabo de forma adecuada. Al mismo tiempo la ansiedad puede provocar la disminución del umbral del dolor en los pacientes, llegando a percibir una práctica, en principio indolora, como dolorosa.
En lo que se refiere a los dentistas, éstos también se ven perjudicados a consecuencia del miedo dental que sufren los pacientes. Las conductas derivadas de la ansiedad o las cancelaciones de última hora, afectan de forma negativa en la relación dentista-paciente.
Los tratamientos incompletos o mal desarrollados pueden ocasionar fatiga y fracaso profesional.
Así mismo el hecho de la percepción de dolor por parte del paciente puede dar lugar a opiniones sesgadas respecto a la actuación del dentista.
¿Qué pueden hacer aquellas personas que tienen miedo al dentista? De cara al tratamiento del miedo dental resulta más productivo trabajar sobre los factores cognitivos que sobre los no cognitivos ¿Por qué? Porque la plasticidad cognitiva ofrece una posibilidad de modificación que los no cognitivos no tienen. No se puede evitar el hecho de haber tenido una mala experiencia en el dentista ni tampoco que alguien cercano sufra este temor. Sin embargo sí se puede trabajar en la modificación de pensamientos y en el aumento de la capacidad de control, a través de la psicoterapia.
A partir de técnicas de reestructuración cognitiva o técnicas de relajación y autocontrol, el paciente podría conseguir enfrentarse a las visitas al dentista, reducir las conductas de evitación y también las citas irregulares. Quizá de esta forma el número de consultas preventivas podría aumentar, reduciéndose la cantidad de consultas de intervención, que dan lugar a mayor número de reacciones negativas.
Por otra parte sería interesante tener en cuenta algunas consideraciones antes y durante una primera consulta:
• Informarse e incluso visitar la clínica, para resolver dudas y comprobar si es de su agrado.
• Prepararse mentalmente para evitar la ansiedad, por ejemplo a través de alguna técnica de respiración.
• Comunicar en la clínica, de forma abierta, su miedo dental.
• Hablar con el dentista para poder establecer una forma de comunicación entre ambos. Por ejemplo, levantar la mano necesitan un descanso. También podrían solicitar información acerca de cómo se va a desarrollar el tratamiento.
En términos generales, cuanta más información se tiene sobre la salud y los tratamientos dentales, menor es el miedo al dentista. Desde este punto de vista parece interesante fomentar la educación dental en los niños para evitar problemas en la edad adulta. En cuanto a los pacientes adultos, el hecho de que pudieran estar informados acerca de por qué es importante el cuidado dental, cuáles son los tratamientos con los que se trabaja y cómo se desarrollan, podría resultar de gran ayuda para mejorar la salud dental de la población.
Artículo escrito por Diana Martínez Pozo , Psicóloga en prácticas en el Centro de Psicología NB.