Fue en 1951 cuando el psicólogo social Solomon Asch llevó a cabo una serie de experimentos para demostrar cómo nuestras conductas y nuestros juicios pueden verse modificados en función del comportamiento del grupo en el que nos encontramos. Para ello, solicitó a nueve estudiantes que participaran en un ´estudio de percepción visual´ en el cual les mostrarían diversas líneas dibujadas para determinar cuáles eran más largas, más cortas o exactamente iguales. La realidad del experimento era que, de los nueve estudiantes, ocho eran cómplices del investigador y sólo uno era el sujeto real del experimento.
Se les mostraba a los participantes dieciocho pares de tarjetas de forma sucesiva. Un ejemplo de esas tarjetas sería la imagen mostrada debajo de este texto, en la que los sujetos debían decir qué recta de la tarjeta B era de la misma longitud que la recta de la tarjeta A:
En las dos primeras pruebas, todos los sujetos responden correctamente. Sin embargo, en la tercera, contestan erróneamente. Al llegar el turno del sujeto real del estudio, podemos observar cómo se amolda a lo que el grupo contesta a pesar de que está viendo que la respuesta es incorrecta, cediendo así a la presión de grupo y sintiéndose parte de él. A continuación, aparece el enlace que remitirá a un vídeo mostrando parte del experimento de Asch: https://www.youtube.com/watch?v=tAivP2xzrng
Durante el experimento, pudieron observar que, más que el número de participantes, lo importante era la unanimidad, es decir, que todos estuvieran de acuerdo (aunque la respuesta fuera incorrecta). Las ocasiones en las que el sujeto encontraba a otra persona que no respondía igual que el resto del grupo, tenía más capacidad para defender su postura sin sentirse incómodo.
Según el psicólogo social Serge Moscovici, los principales aspectos que influyen en la presión de grupo son:
- Las características del sujeto expuesto a la presión grupal.
- Las características del grupo origen de la presión.
- La relación entre el individuo y el grupo.
Estos experimentos demuestran cómo nos dejamos influenciar y comenzamos a ir en contra de nuestras propias opiniones con tal de conformar a nuestro grupo social, con tal de conseguir su aceptación. La necesidad de sentirnos incluidos, aprobados o aceptados está presente de forma constante en nuestras vidas, ya sea en la familia, en el trabajo, en el colegio o en nuestro grupo de amigos. Sorprendentemente, la mayoría cedemos a la presión. Es fundamental conocer qué tipo de mecanismos operan cuando nos relacionamos y de qué manera nos vamos adaptando a los diferentes sistemas en los que estamos inmersos, tanto en el sistema más íntimo e inmediato, ´microsistema´ (familia, amigos…), como en el marco más cultural, ideológico, económico y político ´macrosistema´.
Escrito por Ana Gaudioso psicóloga del equipo NB.