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Manuel Valdés Vasallo

Psicólogo Sanitario M-33113
Especialista en Psicoterapia Integradora
Terapeuta familiar e individual

Cuando una persona acude a terapia llega con unas expectativas determinadas sobre lo que le gustaría conseguir. Éstas pueden estar más o menos ajustadas a lo abordable dentro de un proceso terapéutico y es labor del terapeuta encuadrar con la persona de la mejor manera posible, ofreciéndole toda la información disponible.

Es habitual escuchar afirmaciones como: “quiero cambiar esto o aquello de mí mismo”, “vengo para aprender a controlar mis emociones”, “quiero dejar de ser así”, o incluso “quiero que me quites esto que tengo”. Todas estas demandas colocan al profesional en una posición de responsabilidad respecto al paciente que no le corresponde. Aceptar o no encuadrar estas demandas envía un mensaje a la otra persona de que en esta terapia se va a hacer que cambie, que controle sus emociones y que deje de ser de una manera determinada.

Aquí no se pone en duda la capacidad que una persona o profesional pueda tener para modificar o ejercer influencia en otra, lo que sí se considera como más potente y honesta es la capacidad que tiene uno mismo de relacionarse consigo y con los demás de una manera diferente. Si el profesional compra la demanda de cambio y asume la responsabilidad de ser artífice del cambio del otro, corre un alto riesgo de no cumplir con esas expectativas y dañar el vínculo terapéutico hasta el punto de provocar frustración y decepción en el paciente, con el consiguiente abandono de la terapia. Si se ajustan las expectativas desde un primer momento y se devuelve la responsabilidad de cambio a su dueño, el espacio y el margen para trabajar toman un cariz mucho más honesto, humano y ajustado a la realidad del vínculo terapéutico, reduciendo con ello la posibilidad de decepción o incumplimiento. Una manera de ajustar expectativas, al tiempo que se ofrece al paciente una explicación de cómo es un proceso terapéutico, puede ser la siguiente:

“Eres como eres. Estas son las cartas que te han repartido en el juego de la vida y no puedes cambiarlas. Algo que sí puedes cambiar es la manera particular de jugarlas y que gracias a esa manera tú puedas satisfacer tus necesidades”.

Para conseguirlo es necesario que tomes conciencia de las cartas que tú tienes y también que conozcas las reglas del juego del que eres partícipe.

Para conocer tus cartas es necesario conocerte a ti y a ello emplearemos las primeras sesiones en mayor profundidad. Para conocer las reglas del juego es necesario explorar cómo te relacionas e interaccionas contigo mismo y con los demás, y esto es algo que haremos en este proceso de terapia a través del vínculo y de diferentes recursos terapéuticos.”

Y como guinda, que pueda recitarlo en primera persona, para fomentar su responsabilidad y su capacidad para hacerse cargo de lo que es y le ocurre: “Soy como soy. Estas son…” 

Existe una diferencia fundamental entre decir “soy como soy” y decir “es que yo soy así”. En una terapia psicológica es importante que el paciente pueda hacerse cargo de lo que es y trabajar para responsabilizarse de uno mismo desde esa misma responsabilidad. Es común escuchar, dentro y fuera de un proceso terapéutico, las expresiones: “es que yo soy así”, “soy así y ya no voy a cambiar”, “soy así y no hay más”. Existe verdad en esas palabras pues cierto es que la forma de ser, nuestra propia personalidad, es de difícil modificación.

Sin embargo, estas afirmaciones limitan la manera en la que nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás.

En el momento en el que uno pronuncia alguna de estas afirmaciones, deja de hacerse cargo de sí mismo al justificar su comportamiento con su manera de ser. Esta actitud paraliza e impide el avance hacia algo distinto. De ello no se deriva un problema si uno tiene sus necesidades cubiertas y no está precisando de algo distinto. En un contexto de terapia esta premisa no se da a menudo y sí suelen existir necesidades debajo a las que atender. 

En estos casos la mencionada actitud distancia a la persona de sí misma y es labor del terapeuta poder señalar y trabajar con el paciente su propia responsabilidad con el objetivo de devolverlo a su propia vivencia y necesidad.

Utilizar el propio lenguaje del paciente es fundamental para conectar con él y poder llegar a su propia experiencia. Por ello, cada vez que recita afirmaciones relacionadas con el “soy así” ofrece una oportunidad al terapeuta para explorar y conocer cómo es verdaderamente y qué está necesitando en relación a sí mismo y al otro.

“Yo soy lo que soy: un individuo único y diferente.” Charles Chaplin.

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