El envejecimiento es una etapa natural de la vida que todos experimentamos. Aunque es un proceso que comienza gradualmente desde la adultez temprana, la sociedad generalmente marca los 65 años y el fin de la vida laboral como el inicio de esta etapa. Este período trae consigo una mezcla de emociones: la anticipación del descanso tras el estrés de las responsabilidades, el estrés y las prisas del trabajo y, al mismo tiempo, ajustes a los cambios físicos, sociales y emocionales que conlleva.

A medida que vamos entrando de lleno en esta etapa vital somos más conscientes de los cambios en nuestro cuerpo, nuestra mente y en cómo interactuamos con el entorno que nos rodea. La movilidad puede reducirse, la fragilidad física aumenta y es posible enfrentar alteraciones cognitivas como la pérdida de memoria. La transición a la jubilación también puede afectar nuestro sentido de propósito y nuestra conexión social. Adaptarse a nuevos roles, como el de abuelos, y ajustar dinámicas familiares se convierte en un reto crucial en este proceso.

Sin embargo, no todo el envejecimiento es inevitable. Muchos de los cambios y limitaciones pueden ser prevenidos, mediante decisiones de estilo de vida saludable y entornos favorables.

• Redefiniendo la Vejez: El Enfoque del Envejecimiento Activo

Conforme aumenta la esperanza de vida, es esencial reconsiderar nuestra percepción de esta etapa. En lugar de ver el envejecimiento como un período inevitable de declive, debemos adoptar una perspectiva positiva que vaya más allá de simplemente sobrevivir.

Como sociedad, es crucial dejar atrás los prejuicios relacionados con la edad y adoptar una visión más amplia y positiva, enfocándonos en las capacidades, experiencias y potenciales que cada individuo, sin importar la edad, aporta a nuestra sociedad. Al hacerlo, construimos un mundo más inclusivo y respetuoso, donde la edad se vea como una oportunidad para el crecimiento personal y la satisfacción.  

¿Podría ser esta una oportunidad para encontrar nuevas formas de disfrutar la vida?

• Iniciando el Viaje: Hábitos Saludables para una Vida Plena

Adoptar un estilo de vida activo y saludable no solo contrarresta los efectos negativos del envejecimiento, sino que también mejora notablemente nuestra calidad de vida en general. Integrar hábitos saludables puede marcar una gran diferencia en cómo nos sentimos y funcionamos a medida que pasan los años. Pero no desesperes, nunca es demasiado tarde para cambiar nuestros hábitos saludables y empezar a cuidarnos. No esperemos a que llegue la enfermedad para cambiar nuestros hábitos.

Uno de los primeros hábitos que tenemos que cuidar es la alimentación. Mantener una alimentación equilibrada es fundamental para un buen funcionamiento corporal. Una dieta equilibrada con frutas, verduras, proteínas magras y granos enteros ayuda a mantener un peso adecuado y reducir el riesgo de enfermedades crónicas. A medida que envejecemos, los cambios en el gusto y el olfato pueden hacer que algunos alimentos sean menos atractivos, por lo que es importante cuidar la presentación e incorporar opciones nuevas. Comer de manera consciente, prestando atención a las señales de hambre y saciedad, mejora nuestra relación con la comida.

Además de la alimentación equilibrada, mantener una actividad física regular adaptada a nuestras capacidades es crucial. Hay formas muy sencillas de evitar el sedentarismo y mantener un estilo de vida activo, por ejemplo cambiando actividades cotidianas como subir escaleras en lugar de en ascensor o ir andando a la compra en lugar de coger el coche. Hacer actividades deportivas formales adaptadas que no solo incluyan cardio, sino también entrenamiento de fuerza, flexibilidad y equilibrio, ayudan a prevenir enfermedades y a mejorar tanto nuestro estado de ánimo. Por ejemplo, actividades como el Yoga o el Pilates no solo mejoran la flexibilidad y el equilibrio, sino que también reducen el estrés y mejoran la concentración.

Asimismo, realizar revisiones regulares y seguir las recomendaciones médicas es esencial para detectar y tratar tempranamente cualquier problema de salud. Esto incluye el manejo adecuado de enfermedades crónicas como la diabetes o la hipertensión, así como la vacunación contra enfermedades infecciosas que pueden ser más serias en personas mayores.

En cuanto a la parte de cuidar nuestro bienestar emocional y nuestras capacidades cognitivas es fundamental mantener la mente activa mediante actividades como la lectura, los juegos de mesa y las manualidades. Además, participar en cursos y talleres no solo fomenta el aprendizaje continuo, sino que también fortalece nuestra autoconfianza y nos conecta con nuevas experiencias y personas.  

En esta línea, no debemos olvidar la importancia de cultivar intereses y mantener amistades y relaciones sociales significativas. Tener hobbies y participar en actividades que proporcionen disfrute ayuda a mantener un mejor estado de ánimo y sentir conexión con la comunidad. Esto no solo enriquece la vida personal, sino que también fortalece el sentido de pertenencia y apoyo social.

Así mismo, es fundamental también saber reconocer las limitaciones que van surgiendo y adaptar el entorno para minimizar riesgos de accidentes y facilitar la vida diaria. Esto puede incluir modificaciones en el hogar para mejorar la accesibilidad, como barras de apoyo en el baño o iluminación adecuada.

En resumen, el envejecimiento activo no solo se trata de prolongar la vida, sino de vivir cada momento con calidad y bienestar. Integrar hábitos saludables, tanto físicos como emocionales, mantener una vida social activa y adaptarse a los cambios con una actitud positiva y proactiva son pilares fundamentales para disfrutar plenamente de esta etapa de la vida. Si experimentas tristeza persistente, ansiedad intensa o dificultades para adaptarte a esta nueva etapa es fundamental buscar ayuda profesional. En NB podemos ayudarte. Envejecer activamente es una elección que está en nuestras manos, y nunca es tarde para comenzar.

Elena Castela

Psicóloga sanitaria en NB Psicología