“No eres suficiente” “Eres demasiado débil” “Vas a hacer el ridículo” “Tu cuerpo da asco” “Si no consigues ese trabajo no vas a ser importante” “Nadie te quiere” …
¿Te suenan este tipo de frases? ¿Alguna vez han retumbado en tu cabeza? ¿Te has parado a pensar en la implicación que tienen? Este tipo de comentarios, que en numerosas ocasiones muchos de nosotros hemos sido cómplices de ellos, es sobre lo que vamos a hablar aquí, de nuestra “parte más crítica”.
Desde las distintas teorías y corrientes en psicología se ha tratado de entender y dar forma a esta parte para ayudar a las personas a tratarse mejor y entender por qué no lo hacen en muchas ocasiones.
Desde la corriente cognitivo-conductual se trabaja sobre estos pensamientos automáticos negativos y recurrentes que aparecen en determinadas ocasiones, analizando cual es la situación que lo genera y qué emociones aparecen después. Se entiende que estos pensamientos están en la raíz de lo que hacemos y de lo que sentimos y como su reestructuración podrá modificar la forma en la que nos relacionamos con nuestras emociones y nos comportamos con lo demás y con nosotros mismos. A partir de aquí, se trabajaría en base a la estrecha relación entre pensamiento, emoción y conducta.
En la terapia familiar sistémica esta parte se puede entender como aquellos patrones de interacción familiar que se han establecido en base a una comunicación patológica, a unos mandatos familiares rígidos o a expectativas transgeneracionales, como, por ejemplo, “si no estudias medicina no eres válido”. Esto puede terminar por generar una forma de relacionarnos con nosotros mismos y con el entorno a través de un síntoma, como la ansiedad. El trabajo se hará con todos los miembros del sistema familiar y no únicamente con el que viene a consulta y padece el síntoma.
Desde una orientación más humanista, nos podemos encontrar, en el análisis transaccional, con un estado del yo, conocido como El estado del Yo Padre Crítico que pone límites, es firme y tiene que ver con las tradiciones, las normas sociales, los mandatos… pero que en su parte más extrema puede llegar a ser bastante autoritario y dar mensajes como “Debes de actuar siempre de la forma correcta”. De esta forma no permite fallar, equivocarse, actuar de manera más impulsiva o en busca únicamente del disfrute.
Puede parecer un concepto complejo desde las diferentes perspectivas y no tiene por qué haber una mejor que otra, pero sí es importante poder llegar a entender esta parte crítica desde, al menos, alguna de ellas.
En cada persona podemos encontrarnos esta parte con una forma diferente, por ejemplo, en un trastorno de la conducta alimentaria esta parte crítica estará muy enfocada en la comida y el cuerpo, juzgando y criticando lo que como, el ejercicio que hago, la ropa que me pongo o incluso si merezco ser feliz en base al número que marca la báscula. Para una persona con sintomatología depresiva puede tornarse en mensajes del tipo “No vales nada”, “Tu vida no merece la pena”, “No lo intentes”. Estos mensajes podrán detectarse con mayor o menor facilidad en función de lo automáticos que sean, lo arraigados que estén en nuestro entorno y nuestra familia, o de lo funcionales que podamos creer que son “Si no me critico no voy a mejorar”. Tendremos tan integrados estas frases que casi pasan desapercibidas, las normalizamos, o directamente no nos imaginaremos nuestra vida sin tenerlas. Sin embargo, si notaremos el malestar, la ansiedad, el vacío o la desesperanza y el poder conectar estas emociones y con esta parte crítica será el primer paso.
A partir de aquí, habrá que ver de dónde viene, dónde aprendí a hablarme así, para qué me sirvió en un pasado este tipo de diálogo interno, ser consciente de que está y prestarle atención.
En terapia, y en mi día a día, me gusta trabajar mucho con imágenes, fotografías, dibujos… y para el trabajo con esta parte crítica no iba a ser menos. Coger una foto de nuestra infancia, cuando éramos pequeños, entre 3 y 5 años quizás, ver qué se nos despierta al mirarnos y conectar con esa inocencia, con esa ternura, con ese cariño y preguntarnos:
¿Realmente necesita esta niña que le demos estos mensajes tan críticos?
¿Estás seguro de que sin estos mensajes no se esforzará?
¿Qué imagen se va a construir de sí misma?
¿Le van a ayudar a relacionarse con otros niños?
Artículo escrito por:
Cristina Arribas, Psicóloga Sanitaria y Docente en Grupo NB Psicología