A veces, la ansiedad se da sin que la persona sea consciente de que haya algún estímulo que la dispare. Esto es, aparece, de forma aislada e inesperada, una respuesta de miedo, malestar o ansiedad intensa, que se inicia bruscamente, y que, en cuestión de unos minutos, alcanza un nivel de intensidad tal que la persona puede llegar a sentir que va a perder el control, volverse loco o incluso, morir. Los síntomas que suelen pueden ser por palpitaciones, sudoración, temblores, sensación de falta de aliento o ahogo, sensación de atragantarse, opresión o malestar torácicos, náuseas o molestias abdominales, inestabilidad o mareo, sensación de desconexión con la realidad, escalofríos, sofocación, hormigueo en las extremidades…. Este cuadro se denomina Crisis de Angustia o más comunmente conocido como Ataque de Pánico , y puede aparecer de forma aislada y puntual, o bien de forma recurrente y asociado a una preocupación intensa y constante a sufrir otra crisis.
Es frecuente también que este cuadro se acompañe de Agorafobia, esto es, el temor a salir de casa por miedo a sufrir una crisis o miedo a padecer síntomas de angustia y no poder controlarlo.