MARZO 2020:
Casi imposible pasar por alto esta fecha tan señalada.
Llegada de los efectos de la pandemia a nuestro país. No el virus. De este ya sabíamos, pero quizá nuestros mecanismos de defensa lo negaban para no sufrirlo (“está pasando muy lejos, seguro que aquí no afecta de igual manera, será algo pasajero…”).
Pero vaya si llegó, y, de una manera u otra, nos hizo vivir las pérdidas asociadas:
- Pérdidas de salud y de vidas.
- Pérdidas laborales: despidos, ERTEs, cierres de negocio… También se observa el extremo opuesto: la sobrecarga laboral (sanitarios, repartidores…)
- Freno o abandono de proyectos personales y/o profesionales que habíamos proyectado.
- Deterioro en la calidad de vida. El reto de la conciliación (teletrabajo más homeschooling)
- Pérdida de la esperanza. No se habla de otra cosa, en un tono desalentador, dramático.
- Pérdida de certidumbre. Todo es nuevo, desconocido, y lo que hoy parecen respuestas certeras cambian en cuestión de horas. Empieza a aparecer la desconfianza en la información, en los medios, en las conclusiones que arrojan los estudios.
Si nos fijamos bien, vemos cómo el COVID-19 y sus consecuencias comparten muchas de las características atribuibles a un proceso de duelo. Nos ha expuesto a pérdidas, y como tal, estamos teniendo que elaborarlas y aprender a convivir con su efecto. Y no es un duelo cualquiera, lo está transitando todo el planeta a la vez. Aunque si bien es global el proceso, la vivencia es individual.
MARZO 2021:
¿Un año YA?
Es propio también de los procesos de duelo que determinadas fechas nos remuevan lo vivido, haciéndolo más consciente, llevándonos a revisar cómo nos sentimos en la actualidad ante pérdidas experimentadas en el pasado. Es lo que en psicología llamamos REACCIÓN DE ANIVERSARIO.
Durante este año hemos tenido que incorporar numerosos cambios. Repasemos algunos
de ellos: - Cambios en el paradigma social: la necesidad de vínculos ha hecho que tratemos de compensar abrazos y encuentros físicos con videollamadas, por ejemplo.
- Cambios laborales: reuniones online, citas médicas por teléfono, cierre de oficinas físicas porque el teletrabajo llegó para quedarse…
- Cambios en nuestro ocio. Prácticamente hemos renunciado a planificar escapadas. Si tenemos vacaciones, las decidimos sobre la marcha, y con suerte las disfrutamos sin sorpresas de última hora a modo de confinamiento. Por no hablar de que muchas de las actividades con que llenábamos este tiempo están canceladas por el momento.
- Cambios en el léxico. Hablamos de antígenos o de gel hidroalcohólico con total naturalidad.
- Cambios en el esquema que nos da(ba) seguridad. El ser humano encuentra seguridad en lo conocido, por lo que tantas situaciones inciertas han despertado nuestra ansiedad. La seguridad ahora la buscamos en el ahora: qué sé hoy, cómo
me siento hoy, qué necesito en este momento.
Y, como sucede en estos casos, nos adaptamos.
El mundo se ha dado la vuelta, pero no ha dejado de existir. Poco a poco vamos incorporando los cambios necesarios para adaptarnos al nuevo escenario, pero ver en el calendario que llevamos conviviendo con esto un año, cuanto menos nos despierta asombro o incredulidad.
Por tanto, no te sorprendas si al caer en la cuenta de la fecha o leerlo en numerosas publicaciones te notas más sensible. Es normal, y está bien. Tiene sentido. Si un suceso nos ha afectado emocionalmente, revivirlo nos trae también todos estos componentes emocionales.
Date permiso para sentir, y el tiempo necesario para ello.
Y no olvidemos que hay tantas reacciones posibles, como personas. Y todas válidas.
Puede que este haya sido un buen año para ti, porque te ha dado tiempo, te ha lanzado a un proyecto que está resultando exitoso, te ha conectado con personas que se han vuelto muy importantes en tu vida… Si tu reacción es de agradecimiento o de felicidad, acéptala sin juicio o culpa. Es tu reacción y, en tu caso, es la correcta.
PAULA LÓPEZ RODRÍGUEZ
Psicóloga Sanitaria y Docente en NB Psicología.