La incorporación de un nuevo miembro a la familia a través de la vía de la adopción es una decisión llena de complejidad. La adopción es una manera de adquirir filiación respecto a una familia concreta. Es una relación con vocación de permanente y la persona adoptada se convierte en hijo del adoptante o adoptantes a todos los efectos. Al iniciar este proceso existen diversas variables que se deben considerar. Seguramente lo más temido a la hora de plantearse adoptar son las cuestiones legales. Es cierto que existe todo un entramado legal que dificulta el llevar a término tal decisión. Trámites legales, plazos de presentación de formularios, requisitos a cumplir de los futuros adoptantes, son solo algunas de las cuestiones que deberá abordad toda aquella persona que pretenda iniciar este camino.
Sin embargo, siendo esto tremendamente importante, no es ni mucho menos lo único que debemos tener en cuenta. Hay que considerar cuestiones de índole emocional, cuya no observación o abordaje tendrán gran incidencia en la etapa de post adopción. Debemos reflexionar sobre la motivación del futuro padre o madre para iniciar este complejo camino. Con frecuencia la adopción puede ser la última opción ante el deseo de ser madre o padre. Esta circunstancia puede hacer que se obvie información importante relativa al menor al estar centrados en conseguir cerrar todos los trámites. Todos los niños adoptables llegan a ese estatus tras una situación de abandono por parte de su familia de origen. A esto hay que añadir que de forma especial en el caso de las adopciones internacionales los niños pendientes de ser adoptados viven en condiciones afectivamente pobres que pueden generar (o agravar si ya existía con anterioridad) traumas de diversas índole, psicopatología infantil, patología médica, trastorno del apego,… Estas cuestiones generarán problemas de diverso tipo en la etapa de la post adopción.
Existen algunos mitos o errores acerca de la historia previa de los niños adoptables. Con frecuencia se piensa que si el niño es muy pequeño no ha podido ser consciente de su proceso de abandono. Obviamente cuanto menos tiempo haya estado en niño institucionalizado o en situaciones de riesgo en su familia de origen mejor capacidad tendrá para establecer un vínculo sano con la familia adoptante. Sin embargo todos tenemos registros memorísticos anteriores al desarrollo del leguaje que son difíciles de recuperar. Si estos registros están asociados a situaciones de deprivación afectiva o maltrato esto tendrá su correlación en la forma en que se vinculará con su nueva familia. Cuando el niño adoptado llega a la adolescencia, al igual que ocurre con los niños no adoptados, estos necesitan construir una identidad propia. Ello implica un proceso de diferenciación que conlleva enfrentamientos con los padres adoptando actitudes oposicionistas, rebeldes hacia ellos. El verdadero problema surge cuando los padres adoptantes toman estas actitudes como un rechazo serio a su rol de padres, en lugar de encuadrarlo dentro de un proceso natural inherente a la adolescencia. Esto hace que los padres se inseguricen y teman el rechazo o abandono del menor. Para intentar controlar esto no es raro que se opte por ocultarle información, en diferentes grados. Esto definitivamente generara un gran sentimiento de desconfianza entre progenitores y menor que indudablemente deteriorara mucho la relación.
Algunas personas optan por el acogimiento de menores, bien como paso previo a la adopción, buscando la estabilización del menor en la nueva familia y en el menor de los casos, como estatus temporal mientras la situación en la familia de origen del menor se resuelve. El acogimiento es por lo tanto un resorte estatal de protección social que pretende aliviar la situación de desprotección o desamparo de los menores que por diversas razones no puede convivir su familia de origen. De forma general el objetivo de esta figura legal es la reintegración del menor en su familia. A pesar de la temporalidad de esta medida todas aquellas cuestiones comentadas en el caso de la adopción son aplicables a este estatus. Podríamos añadir no obstante la doble situación de abandono a la que podemos someter al menor. Primero al sacarlo de su familia de origen para luego arrancarlo de la familia de acogida. Ello hace que la observación de los tiempos de duración de la medida, así como los vínculos que dejó (en su familia de origen) y los nuevos que ha creado (en la familia de acogida) sean importantes variables a tener en cuenta.
Este artículo en ningún caso pretende alentar miedos a iniciar el proceso de la adopción o el de acogimiento. En cambio busca informar y generar reflexión acerca de algunas de las circunstancias no legales que están presentes en estas dos figuras legales.
Psicoterapeuta familiar. Responsable de la Unidad de adopción y acogimiento de NB Psicología.
Servicios que prestamos desde esta Unidad
- Asesoramiento a parejas o familias monoparentales que están pensando en adoptar o acoger
- Psicoterapia de pareja.
- Psicoterapia familiar para abordar complicaciones durante el proceso de post-adopción.
- Evaluación y tratamiento de psicopatología en el menor adoptado o acogido.
- Formación para educadores de recursos residenciales, profesorado que cuente con alumnos adoptados o acogidos, y otros colectivos relacionados.
- Talleres grupales con menores (adolescentes) adoptados o acogidos.
- Programas de prevención para instituciones.
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