Hoy, 15 de mayo, con motivo del Día Internacional de la Familia, quisiera dirigirme a vosotros, los padres. Los padres y madres de los pequeños que acuden a nuestra consulta porque les notáis nerviosos, agresivos, tristes, aislados…o porque, ya más mayores, os dais cuenta de que empiezan a medir al milímetro lo que comen, o se encierran en su habitación, o comienzan con el consumo de sustancias…Porque, al fin y al cabo, vosotros, los padres, sabéis cuándo algo no está funcionando como siempre en vuestros hijos. El problema es que no sabéis por qué. Es entonces cuando, preocupados, los traéis a consulta, para que un profesional lo evalúe y decida si necesita comenzar una terapia.
¿Y por qué me dirijo a vosotros entonces?
Me quiero dirigir a vosotros porque sois una de las piezas clave en la recuperación de vuestro hijo, porque necesitamos que estéis disponibles para ayudarnos a ayudar a vuestra hija, porque sin el apoyo familiar algunas terapias se vuelven más complicadas y duraderas, porque a veces algo tiene que cambiar y, antes, debemos ser conscientes de qué es lo que debe cambiar.
Traéis a vuestros hijos a terapia porque estáis preocupados y sufrís al verlos sufrir, no entendéis qué les pasa porque han dejado de comunicarse con vosotros, a veces porque no quieren, otras veces porque no saben. Y otras veces, el propio síntoma de vuestro hijo o hija es una forma de deciros que algo no está bien, que algo debe cambiar, y no sabe cómo expresarlo de otra manera. Y os necesitan. Y, a veces, muchas veces, los terapeutas también os necesitamos. Necesitamos que os impliquéis en la terapia de vuestros hijos, que vengáis, que habléis con nosotros, que nos enseñéis cómo funcionaba la familia antes de dejar de funcionar como siempre para dar lugar a esta nueva situación. Os necesitamos porque vuestros hijos os necesitan. E intentamos introducir cambios en la vida de ellos pero, para eso, muchas veces necesitamos que vosotros también introduzcáis cambios. Que aprendáis a comunicaros con ellos y, sobre todo, que ellos aprendan a comunicarse con vosotros.
No son pocos los casos de niños y adolescentes que acuden a terapia en los que valoramos que una terapia familiar es lo más efectivo. En casos de trastorno de alimentación, trastorno de déficit de atención con hiperactividad, trastorno oposicionista desafiante (y unas cuantas decenas de trastornos más), la intervención de la familia es fundamental para el buen desarrollo de la terapia, ya que aquélla es, a priori, el mayor apoyo social del menor, un lugar de amor incondicional, de comprensión y de respeto. Sin embargo, a veces, cuando intentamos citaros a vosotros, aparecen las resistencias a la terapia. Y es comprensible. A veces no entendéis para qué queremos implicaros, a veces creéis que os queremos señalar como únicos responsables de la situación de vuestros hijos. Y por eso hoy me dirijo a vosotros, porque comprendo el rechazo que puede surgir cuando os pedimos que vengáis y, aún entendiéndolo, os pido que vengáis. Porque, permitidme la insistencia, es fundamental que os impliquéis, al igual que os implicáis en su educación y vais a las reuniones con los profesores, al igual que les enseñáis normas básicas de educación, al igual que les decís lo que pueden o no pueden hacer, lo que deben o no deben decir, vuestros hijos necesitan que también les acompañéisen esto, que aprendáis de lo que les está pasando, que les enseñéis a expresar emociones, que aprendáis también vosotros a expresarlas y a escuchar las de ellos…
Que la terapia sea un lugar de encuentro y conocimiento en la familia y no un proceso individual de un menor que, en ese sufrimiento más que nunca, aún necesita a sus padres.
Escrito por Ana Gaudioso psicóloga del equipo NB.