Se espera que el embarazo y el posterior nacimiento de un hijo deseado sea uno de los momentos más felices de nuestras vidas, y no solo eso, los primeros meses debieran ser idílicos, puesto que estamos con aquel bebé a quien esperamos con tanto anhelo. Pero, ¿qué sucede cuando este periodo no es vivido como se espera?, ¿qué pasa cuando no está presente el sentimiento de felicidad que se supone debiera inundarnos? Es cierto que el cuerpo de la mujer se está enfrentando a muchos cambios y eso puede afectar a su estado anímico, pero cuando este desánimo tiene repercusiones en la cotidianeidad e incluso en el vínculo con el recién nacido, hay que estar alerta y preguntar a un profesional, ya que puede que se esté presentando una depresión postparto (DPP).
Ahora bien, ¿qué es una depresión postparto? Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), consiste en un trastorno depresivo que se da en el periparto, es decir, el inicio de sus síntomas se produce durante el embarazo o en las cuatro semanas posteriores al parto. Se estima que el 50 % de estos episodios depresivos se originen previo al nacimiento y que sus causas estén asociadas a la presencia de una serie de factores de riesgo tanto biológicos como psicológicos y sociales.
¿Cómo se diagnostica? A través de una entrevista clínica y en ocasiones se puede complementar con cuestionarios que evalúen su sintomatología. Pero para poder hacer esa petición de ayuda inicial, primero es necesario conocer algunos criterios de la DPP que te permitirán estar alerta y ser consciente de esos cambios que estás experimentando. Para ello, es importante que conozcas las características de este cuadro:
- Estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, casi todos los días: sensación de estar triste, tener ganas de llorar, sentirse sin esperanza.
- Disminución del interés o placer por todas o casi todas las actividades. Aquellas actividades con las que te distraías y las cuales disfrutabas ya no te apetece hacerlas, ya no quieres leer, salir a dar un paseo con tu hijo, ni ver la televisión como te gustaba.
- Cambios importantes en el peso o en el apetito que se refleja en una variación del 5% de tu peso corporal en el periodo de un mes.
- Cambios en el patrón de sueño. Te despiertas muchas veces en la noche (y no solo por los despertares del bebé) o sientes sueño por el día, casi todos los días.
- Agitación o sensación de enlentecimiento casi todos los días.
- Fatiga o pérdida de energía casi todos los días
- Sentimiento de inutilidad o culpabilidad excesiva o inapropiada casi todos los días, que suelen estar relacionados con la incapacidad de asumir el rol de madre “no soy capaz de cuidar de mi hijo”, “no sé calmarlo cuando llora”.
- Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o para tomar decisiones que suelen tener relación con la crianza del recién nacido, casi todos los días.
- Pensamientos de muerte recurrente, ideas suicidas, intentos o un plan específico de suicidio para llevarlo a la práctica.
Sumado a lo descrito anteriormente, otros posibles síntomas pueden ser la dificultad para vincularse con el bebé, sentimientos de ambivalencia hacia él, sobreprotección y dificultades en la lactancia. Además, en los casos más extremos puede no solo surgir en la madre pensamientos suicidas, sino también de hacer daño al recién nacido (Medina-Serdán, 2013).
Es importante tener en consideración que debido a los cambios bioquímicos, hormonales, psicológicos y sociales que ocurren durante el embarazo y puerperio, hay una mayor vulnerabilidad en la mujer de la aparición de trastornos psíquicos; sin embargo, hay que tener en cuenta que también puede darse lo que se conoce como “baby blues” o tristeza postparto, la cual también es una alteración del estado del ánimo que suele aparecer los primeros días tras el parto, pero que sus síntomas se alivian espontáneamente en las dos a tres semanas luego del nacimiento del bebé. Por lo mismo, no suelen requerir atención profesional, aun así, su presencia aumenta el riesgo de presentar posteriormente una DPP (DSM-5, 2014; Carro et al., 2000).
Finalmente, en cuanto al tratamiento de la DPP, este suele ser mediante psicoterapia y/o fármacos, en donde es fundamental la detección temprana. En ese sentido, en cuanto la mujer presente algunos de los síntomas mencionados durante esta nueva y compleja etapa, debe buscar ayuda para dejar actuar a los profesionales de manera rápida, con el fin de aminorar su sufrimiento y las posibles consecuencias de cara al vínculo con su hijo.
No olvides que estás haciendo algo increíble, estás dando lo mejor de ti y necesitas también adaptarte a uno de los cambios más importantes de tu vida.
Referencias
Asociación Estadounidense de Psiquiatría (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5) (Quinta edición). Editorial Médica Panamericana.
Carro García, T., Sierra Manzano, J.M., Hernández Gómez, M.J., Ladrón Moreno, E. y Antolín Barrio, E. (2000). Trastornos del estado de ánimo en el postparto.
Revista Medicina General, 24, 452-456.
Medina-Serdán, E. (2013). Diferencias entre la depresión postparto, la psicosis postparto y la tristeza posparto. Perinatología y Reproducción Humana, 27 (3), 185-193.