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PAULA LÓPEZ 

Psicóloga sanitaria y docente en NB Psicología

Nos movemos en una sociedad que cada vez acorta más los tiempos entre cambios. Seguro que muchos de vosotros escribíais diarios (de esos de papel y candado). Quizá alguno dejó de hacerlo y se pasó al blog. No descarto que ahora lo tenga un poco abandonado porque subir fotos a redes sociales cubre esa función.

Elegíamos dejar en nuestra privacidad el resultado de la introspección, la reflexión y lo más esencial de nuestra intimidad. Sin embargo, las nuevas formas de relación (virtuales, mediante redes sociales) están modificando este patrón. La intimidad ha dado paso a la extimidad.

El psicoanalista Jacques Lacan habló por primera vez de este término, que actualmente definimos como exponer voluntariamente fuera aquello que está dentro, en la intimidad. 

En el contexto de la terapia psicológica es alarmante ver las consecuencias que esto puede llegar a tener. Pero no es necesario ceñirnos a este contexto. A nadie le resulta ajena la retransmisión online de las vidas de los demás. Compulsivamente se publica todo tipo de contenido y, lejos de asustar esta exposición, lo que realmente asusta es no tener nada que mostrar o seguidores que lo quieran ver. 

¿Por qué? ¿Qué hay detrás de esto?

Ser visto y acumular likes influye en nuestra necesidad de reconocimiento, de aceptación, de vinculación y de afecto, entre otras. Si me siento vacío o vacía en alguna de estas áreas, Internet puede proporcionarme píldoras que lo reparen, y automáticamente. Ver cómo suben los “megustas” aumenta los niveles dopaminérgicos del cerebro, neurotransmisor implicado en la obtención del placer. Esto ayuda a comprender lo adictivo que puede resultar consumir y publicar en redes sociales, así como la dificultad para controlar este comportamiento.

¿Cuál es el precio a pagar? 

Son varias las consecuencias de un uso excesivo e inadecuado de la extimidad en las redes sociales:

Es tal la obsesión, que afecta a nuestra forma de vivir, de ser y de vincularnos a los demás. Y nos consume demasiado tiempo que no podemos dedicar a labores más satisfactorias. 

Nos volcamos tanto en construir una imagen que sea seguida que nos olvidamos de quiénes somos, llegando al punto de no reconocernos. Al sabernos observados alteramos lo que mostramos, olvidándonos de vivir para pensar en la siguiente publicación y si tendrá el resultado esperado. Confundimos seguidores con relaciones reales y pensamos que nuestras interacciones con ellos cubren las necesidades nombradas anteriormente.

Pero no es así ya que la verdadera aceptación y seguridad en nosotros mismos debemos procurárnosla desde el interior. Depender de fuera aumenta nuestra vulnerabilidad e inseguridad, y esto nos pone en riesgo.

¿Qué hacer?

Es necesario ser consciente y reconocer que este patrón nos hace daño, así como querer cambiarlo. Ponernos en manos de especialistas que guíen este proceso de cambio, del afuera al adentro, es una buena decisión, porque puede resultarnos difícil enfrentarnos a la vulnerabilidad. El resultado, eso sí, es muy reconfortante ya que lograremos aceptarnos por quienes somos, conectando con lo que de verdad es importante.

En esta línea, me gustaría hacerte una propuesta para los próximos días, que podrás generalizar más adelante si lo consideras: 

Vive, disfruta, date permiso para ser espontáneo, acepta la imperfección y si quieres compañía, rodéate de tu familia, de tus amigos. Diles cuánto te gustan y agradece los likes reales que te dediquen. Suelta la pantalla y mira más allá, lo que hay detrás de ella y a tu alrededor.

INTIMIDAD-EXTIMIDAD






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