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El concepto de caricia en el Análisis Transaccional hace alusión al reconocimiento de la existencia del otro. Desde que nacemos tenemos la necesidad de sentirnos reconocidos y valorados por las personas que nos rodean. No obstante, es habitual encontrarnos con personas que, debido a la falta de caricias positivas a lo largo de su vida y, especialmente durante su infancia, han desarrollado alteraciones emocionales y orgánicas graves que les impiden relacionarse con el entorno y con ellos mismos de una forma saludable.

En consulta nos encontramos con muchísimos padres y madres que sienten frustración en el trato con sus hijos, habitualmente cuando estos son desobedientes o ´revoltosos´. Quizá comprendiendo cómo se relacionan con sus hijos y qué es lo que buscan estos a través de sus conductas, puedan encontrar un camino más enriquecedor en la relación con los hijos.

  • Cuando un niño se siente en un ambiente favorable, repleto de caricias positivas y en el que se cubren adecuadamente sus necesidades emocionales y psicológicas, ese niño aprenderá a estar tranquilo y a relacionarse de una forma positiva, ya que es así como sus padres se relacionan con él.
  • Si el ambiente no es del todo favorable y el niño no recibe esas caricias positivas auténticas que necesita, comenzará a relacionarse con sus padres de forma forzada, llevando a cabo conductas premiadas por ellos. Así, recibirá siempre caricias positivas pero también estará aprendiendo que para estar bien necesita hacer lo que esperan los demás de él, es decir, serán caricias condicionadas a su conducta y no caricias auténticas.
  • Si el comportamiento que busca ser premiado tampoco resulta en caricias positivas, lo más probable es que el niño comience a llevar a cabo conductas que obtengan algún tipo de castigo: desobedecerá, desafiará, romperá cosas, etc. porque, de este modo, consigue obtener caricias. Estas caricias obtenidas serán negativas, es decir, castigos, reproches…No obstante, la necesidad básica y vital de caricias hará que busquemos cualquier tipo de caricias antes que quedarnos sin ellas. Esto es, “dame atención, aunque sea a través del castigo, pero hazme caso”.
  • Finalmente, cuando ni siquiera estos intentos son suficientes para obtener cualquier tipo de caricias, es probable que el niño termine somatizando, es decir, enfermando de alguna manera esa carencia básica en su desarrollo emocional porque, de esta manera, sí obtendrá esas caricias. Esto resultará en el aprendizaje de que para obtener caricias, debe estar mal o enfermo.

Para poder comprender la necesidad de las caricias en todo ser humano, es fundamental conocer antes qué tipos de caricias existen y cómo nos afectan a nuestro desarrollo tanto cognitivo como emocional.

 

  • Las caricias se pueden transmitir de cuatro maneras distintas:
    • Podemos transmitirlas físicamente a través de abrazos, besos, palmadas, golpes, empujones…Son las caricias más potentes.
    • Podemos transmitirlas de forma escrita a través de cartas, postales, tarjetas, etc.
    • También verbalmente mediante mensajes como “te quiero”, “no vales nada”, “te odio”, etc.
    • Finalmente, transmitimos caricias de forma gestual con miradas, sonrisas, frunciendo el ceño, etc.
  • Las caricias pueden ser de dos tipos en función de la emoción que pretenden producir en el otro:
    • Caricias positivas que transmiten emociones positivas y agradables y animan a tener una buena conducta frente al otro.
    • Caricias negativas que transmiten emociones negativas y desagradables que disminuyen la autoestima. Las caricias negativas pueden, a su vez, dividirse en dos:
      • Caricias negativas agresivas
      • Caricias negativas de lástima
  • Las caricias se clasifican también en función de las condiciones que existen para darlas o no darlas y pueden ser:
    • Incondicionales: son caricias orientadas a reconocer a la persona en sí misma por el simple hecho de ser.
    • Condicionales: son caricias orientadas a reconocer conductas o circunstancias concretas, se dan “a condición de…”. Por ejemplo, “si te portas bien, te doy un abrazo”.
  • Por último, podemos encontrar diferentes tipos según de la sinceridad que aportan:
    • Las caricias auténticas nacen de sentimientos reales hacia la otra persona.
    • Las caricias falsas son caricias agresivas que ocultan hostilidad.
    • Las caricias mecánicas son mensajes de reconocimiento a los que estamos habituados y no presentan carga auténtica.

 

Para concluir, es fundamental identificar qué tipo de caricias hemos obtenido en nuestra infancia, cómo las obtenemos ahora y también cómo las aportamos a nuestro entorno. Es probable que en nuestra vida adulta no sólo estemos reproduciendo la forma de buscar caricias que hayamos desarrollado durante nuestra infancia sino también la forma de darlas.

Escrito por Ana Gaudioso psicóloga del equipo NB.

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