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A veces estamos tan metidos en los problemas, inseguridades y dificultades que tenemos que nos vemos envueltos en un bucle, en un agujero, del que no solamente parece difícil salir, sino que además dejamos de sentirnos capaces de salir.

Cuando estamos pasando por circunstancias que nos generan malestar y preocupación es casi inevitable que nos preguntemos acerca del problema, de lo que no nos gusta, que dediquemos tiempo a pensar cómo nos afecta, etc. Es importante que podamos hacerlo, tomar conciencia es imprescindible para poder emprender un cambio. Sin embargo, hay una delgada línea entre empezar a cavar más hondo el agujero y encontrar la luz en el túnel. Resulta desgastante dar vueltas y vueltas al “cómo, cuándo, por qué” sin encontrar soluciones. Resulta frustrante. Lejos de hacernos sentir mejor, acaba haciéndonos sentir que no somos capaces o que no tenemos los recursos para afrontar la situación.

Vamos a probar algo distinto, pero antes, empecemos por lo que solemos tener claro

  1. Definamos el problema, nuestra dificultad:

EL PROBLEMA

  1. Bien, ahora imaginemos que ocurre un milagro a lo largo de la noche, mientras dormimos, que hiciera que ese problema desapareciese repentinamente (no como en la vida real, poco a poco y con esfuerzo). Mañana por la mañana, al despertar, qué tendría que pasar, cómo sería tu día de diferente, qué notarían los demás en ti para que tu pudieras darte cuenta de que efectivamente, el problema ha desaparecido..? OK, esa será la situación ideal.

EL MILAGRO

  1. En una escala del 10 al 1, en la que 10 es la situación ideal y 1 el peor momento del problema, trata de poner un número, de situarte en el momento actual. Puntúa el problema en la actualidad.

LA ESCALA

  1. Estés en el punto en el que estés, piensa qué pequeñas cosas, acciones, has hecho tú para pasar de un 1 al punto en el que estás. Probablemente sean detalles, pequeños gestos, una actitud, algo distinto… Si estás en un 1, ¿qué hace que te mantengas ahí?
  2. Una vez hayas identificado qué has hecho para subir en la escala, plantéate qué tendrías que hacer, qué podrías hacer para subir un puntito más en la escala. Sólo uno. No se trata de que lo subas, sino de que pienses qué podrías hacer, que tendría que ser diferente para estar un punto más arriba.

Cuando estamos inmersos en un problema, parece imposible ver qué cosas sí estamos haciendo bien, qué sí ha mejorado… Ponerse las “gafas rosas”, reconocer nuestro esfuerzo y nuestras habilidades, también es terapéutico.

Escrito por Rocío Hernández psicóloga del equipo NB

Psicólogos en Collado Villalba y Moncloa

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