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El proceso de duelo es una experiencia humana que todos experimentamos en algún momento de nuestras vidas, causando una sensación de pérdida, de alguien o algo. Este proceso está caracterizado por una serie de síntomas cognitivos, conductuales, fisiológicos y emocionales que giran en torno a esa pérdida. Este proceso es único, irrepetible, dinámico y cambiante. Todo ser humano necesita relaciones, por lo que este proceso es lo contrario. Desde la teoría de la vinculación de Bowlby, se puede entender como una forma de ansiedad de separación en la vida adulta en respuesta a la ruptura de una relación de vinculación.

Según J. Montolla, en ninguna otra situación como en el duelo, el dolor producido es total; es un dolor biológico (duele el cuerpo), psicológico (duele la personalidad), social (duele la sociedad y su forma de ser), familiar (duele el dolor de los otros), y espiritual (duele el alma). En la pérdida de un ser querido duele el pasado, el presente y especialmente el futuro. Toda la vida en su conjunto duele”.

Las manifestaciones más comunes ante un proceso de duelo normal son preocupación, confusión, sueños relacionados con la pérdida, psicosomatización, falta de energía, enfado, culpa, soledad, llanto, shock emocional, necesidad de evitar lo relacionado con la pérdida, hasta pseudoalucionaciones.

En estos momentos, solemos tener dificultades ante actividades cotidianas tales como el aseo, la alimentación, el sueño o el rendimiento laboral/académico.

La autora Kübler-Ross, una de las personas que más ha desarrollado sobre el duelo, describe 5 etapas:

  1. Negación, sirve como protección para la persona, permitiendo que esta pueda afrontar las primeras situaciones sin esta persona. Esta defensa debe ir desapareciendo para poder comenzar a integrar lo que ha ocurrido.
  2. Ira, enfado, rabia ante lo que está ocurriendo. La persona vive lo ocurrido como una injusticia y necesita enfadarse.
  3. Negociación, intento por cambiar lo que ha ocurrido. Este mecanismo de defensa nos hace intentar controlar aquello que no es controlable.
  4. Depresión, ese momento de conexión con la tristeza profunda, aquella que intentábamos estar desconectada.
  5. Aceptación, entendiendo esta como la colocación emocional de la pérdida. Aprender a vivir sin esa persona.

Desde NB Psicología podemos acompañarte a través de un proceso terapéutico para dotarte de estrategias con las que ir avanzando en las distintas fases, es decir, para que el dolor sea sostenible y puedas manejarlo. El duelo inevitablemente tiene emociones desagradables, y desde NB te ayudaremos a poder transitar por este camino y poco a poco poder manejarlas de la forma más adaptativa.

Si sientes dificultades en este proceso, no dudes en ponerte en contacto con nosotros.

Claudia Martínez

Psicóloga sanitaria en NB Psicología

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