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El sueño es un estado fundamental para la supervivencia de las personas. Hoy contamos con relojes que nos miden el tiempo que pasamos en cada fase, la calidad del sueño…, pero ¿cómo funciona el ciclo del sueño? ¿se mantiene igual a cualquier edad? La respuesta a esto es que no, el ciclo del sueño varía considerablemente según la edad.

¿Cuáles son las fases del sueño y en qué consisten?

De manera breve y sin entrar a profundizar mucho en este aspecto, se establece que existen dos grandes fases: el sueño NREM y el sueño REM. Este último puede llegar a ocupar hasta un 20% de la noche en un adulto con un ciclo de sueño sin alterar. El sueño REM suele ir alargándose a lo largo de la noche en cuanto a su duración y es donde se presenta la mayor actividad onírica, esto es, los sueños (y pesadillas). El sueño REM ayuda al desarrollo cerebral y al aprendizaje.

En cuanto al sueño NREM se divide, por decirlo de alguna manera, en subfases: la fase I es la de transición entre la vigilia y el sueño tanto al inicio de la noche como en el cambio de fases en el trascurso de la misma, la persona es consciente del entorno todavía, pudiendo, por ejemplo, escuchar un ladrido de un perro. La fase II suele ocupar hasta un 50% de la noche en los adultos, en esta fase es más difícil ser consciente de los estímulos del entorno, aunque se caracteriza por un sueño ligero. En las fases III y IV tiene lugar las ondas δ, son las fases de mayor profundidad del sueño y si se despierta a la persona suele estar muy desorientada. Un buen funcionamiento de las fases III y IV supone que el sueño sea reparador.

¿Cómo cambia el ciclo del sueño con la edad?

El sueño del recién nacido comienza directamente en la fase REM, es decir, pasa de la vigilia a esta fase. La cantidad de tiempo que pasa un recién nacido es variable, pero se suele situar en torno a las 18 horas.

Poco a poco, el sueño NREM va adquiriendo protagonismo e instaurándose durante el primer año de vida, implicando esto la reducción del tiempo que el bebé (y después el niño) pasa en REM. Así, se irá estableciendo, de manera gradual, un patrón de sueño nocturno.

El sueño δ adquiere un papel esencial en la infancia, donde su duración es mayor que en el resto de la vida de la persona. Mientras este va disminuyendo con la edad, la fase II va aumentando con la misma.

En la adolescencia tiene lugar una disminución significativa de esas ondas lentas.

Un adulto con patrones de sueño “normales” presentará una variación cíclica NREM-REM varias veces a lo largo de una noche. Estos ciclos suelen tener una duración en torno a los 90 -110 minutos y pueden darse breves momentos de vigilia entre ellos, aunque lo habitual es que ni la persona sea consciente ni lo recuerde al día siguiente. Al principio de la noche, es normal que el sueño lento prevalezca, aunque este irá disminuyendo conforme la noche vaya transcurriendo e, incluso, llegará a ser inexistente, mientras que el sueño REM será más duradero.

En las personas mayores, el patrón de sueño sufre alteraciones, pierde cantidad y calidad, y se vuelve más superficial. Son frecuentes los despertares tempranos sin poder volver a conciliar el sueño, así como que la persona tarde más en conciliar el sueño al irse a dormir. Es importante tener en cuenta que no solo podemos hablar de la edad, sino, también, de la salud personal en estos casos.

Matilde Loeches

Psicóloga en NB Psicología

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