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Como se ha publicado en otros artículos, hay distintos tipos de trastorno bipolar y, además, cada paciente es distinto en sus síntomas y evolución.

Lo que los distintos tipos de trastorno bipolar tienen en común es que en todos ellos hay una alteración en los mecanismos cerebrales de regulación del estado de ánimo, de tal manera que se producen episodios de elevación y de depresión del mismo.

Pautas útiles para el manejo sintomático del Trastorno Bipolar:

  1. Asimilar la noticia:

La aceptación del diagnóstico es fundamental. La resistencia y la negación dificultan una buena vinculación al tratamiento lo cual empeora gravemente el pronóstico. La aceptación, por el contrario, lo mejora.

Aceptar cualquier diagnóstico de por sí no es tarea sencilla y con frecuencia resulta aún más difícil en el caso de las “enfermedades mentales”, a causa del desconocimiento y del estigma asociado a este.

La aceptación es un proceso y, como tal, lleva su tiempo. Para facilitar la asimilación del diagnóstico es recomendable no identificarnos con el mismo, es decir, que el trastorno no se convierta en parte de la identidad: “soy bipolar”. Es mejor verlo como algo que ocurre y sobre lo que la persona que lo padece puede ejercer cierto control.

  1. Informarse adecuadamente:

Es muy importante que tanto el afectado como su círculo familiar y social cercano estén adecuadamente informados acerca del trastorno, con el objetivo de conocerlo para poder afrontarlo mejor.

La información adecuada facilita la identificación temprana de los primeros signos de advertencia a nivel sintomático, lo que posibilita una mejor gestión de los mismos. Paralelamente se aprenden estrategias útiles para el manejo de los síntomas.

  1. Estabilizar rutinas:

Para compensar el déficit interno en los mecanismos de regulación del estado de ánimo, el objetivo es lograr la mayor estabilidad posible en el ambiente.

Está demostrado que los cambios de rutina, especialmente las alteraciones de los ciclos de sueño-vigilia alteran a las personas con trastorno bipolar. Por el contrario, una rutina regular a nivel de ritmos circadianos regulares y equilibrio entre vida personal y laboral, permite controlar mejor el estado de ánimo.

Las personas con trastorno bipolar pueden beneficiarse si establecen una rutina diaria de sueño, dieta y ejercicio y/o vida social (Becoña, 2001).

Cumplir un horario de actividades también puede contribuir mucho a la estabilidad. Es importante mantener unos niveles de actividad adecuados (ocupados, no estresados), para lo cual se requiere llevar a cabo una correcta gestión del tiempo.

  1. Normalizar el sueño:

A pesar de que no cabe duda de que la estabilización del ritmo sueño-vigilia forma parte de la estabilización de rutinas, su relevancia es tan grande que merece un apartado propio. Y es que, dormir todos los días las horas necesarias, en unos horarios regulares, es de vital importancia para contribuir a la estabilización del estado de ánimo.

Algunas pautas más concretas de higiene del sueño son:

  • Despertarte todos los días a la misma hora (incluyendo los fines de semana).
  • No consumir en exceso bebidas con cafeína (y siempre dejando un margen de varias horas antes de acostarse)
  • Cenar ligero y más de tres horas antes de acostarse.
  • No dormir siestas.
  • Realizar ejercicio moderado (a poder ser por las mañanas).
  • Tener un “ritual de desactivación” antes de acostarse: (lavarse los dientes, limpiarse la cara, meditar/ hacer algún tipo de actividad relajante, ponerse el pijama etc…) todos los días en el mismo horario y orden.
  • Desconectar de las pantallas unas horas antes de dormir (si vas a usar el móvil, modificar la luz azul).
  • Si no se logra conciliar el sueño se recomienda salir de la cama, cambiarse de habitación y realizar algún tipo de actividad monótona hasta que se considere que uno está listo para conciliar el sueño.
  • Utilizar la cama solamente para dormir (es decir, no a modo de sofá en el que pasas el día realizando otro tipo de actividades).
  • En la medida de lo posible, si se teletrabaja, tratar de hacerlo en una habitación diferente de en la que se duerme.
  1. Autocuidado:

El autocuidado es la habilidad de cuidarnos a nosotros mismos e incluye distintas áreas: el autocuidado físico (dieta, sueño, actividad física, temas médicos y medicamentos, consumo de drogas etc.), el autocuidado a nivel emocional y el autocuidado relacional. En este apartado proponemos algunos puntos básicos que se complementan con el resto de la información del artículo.

  • Ejercicio físico: ayuda a gestionar el estrés, a liberar el exceso de energía y a energizarte cuando el ánimo está más caído. Realizar ejercicio físico mejora nuestra salud física y psicológica.
  • Nutrición adecuada.
  • Adherencia a la medicación: la medicación (litio, estabilizadores del estado de ánimo…) ha demostrado su eficacia en el manejo sintomático de este trastorno. Lo ideal es un tratamiento combinado de terapia psicológica y farmacológica.
  • No consumir alcohol-drogas: este punto es muy importante ya que actúan como desestabilizantes del estado de ánimo. Aunque algunas drogas tengan un falso efecto euforizante o tranquilizador, a la larga son más nocivas y provocan claramente la desestabilización y la recaída. Además, existe un riesgo añadido por la interacción con la medicación
  • Ocio/actividades gratificantes: es un punto fundamental para nuestro autocuidado emocional y, muy especialmente, contribuye a mejorar el ánimo. Cuantas menos ganas se tengan de hacer nada, más importante resulta realizar un pequeño esfuerzo para no desvincularse de los intereses, de las actividades que normalmente nos causan gratificación y de nuestros seres queridos.
  1. Red social de apoyo:

El papel de los familiares y amigos íntimos es fundamental (de ahí la necesidad de que ellos también estén adecuadamente informados). Su implicación contribuye a:

  • Reconocer primeros síntomas.
  • Velar por la adhesión al tratamiento.
  • Favorecer la estabilidad (a nivel rutinas y ánimo).
  • Gestionar el dinero.

Las asociaciones de afectados pueden resultar también de gran ayuda:

  • Son una fuente más para recabar información.
  • Permiten conocer cómo otras personas gestionan sus síntomas
  • Aportan sostén a nivel emocional: el poder hablar con personas a las que les ocurre lo mismo, que pueden comprender exactamente por lo que pasamos…es un gran alivio.
  • Estas asociaciones además contribuyen a luchar contra el estigma y a conquistar derechos.

Un equipo de profesionales cualificados: psiquiatra, psicólogo/a, médico de cabecera…

  1. Atención a los disparadores:

Sin caer en la obsesión, es importante prestar atención tanto al inicio de los síntomas (ya que gestionarlos al inicio resulta más sencillo), así como a los factores que suelen desencadenarlos. 

Estos desencadenantes a veces son pensamientos (o creencias), a veces son determinadas situaciones…

  1. Regulación emocional:

Una buena habilidad de gestión de las emociones es un gran recurso para gestionar este trastorno.

Es importante aprender a escuchar al cuerpo, es decir, prestar atención a los signos y síntomas físicos: a los dolores, a las sensaciones…aprender a ponerles nombre, a comprender qué significan, de qué necesidad nos avisan y aprender a manejar su intensidad.

  1. Terapia psicológica:

Como ya se ha mencionado anteriormente, el trastorno bipolar tiene un componente biológico reconocido y adherirse al tratamiento farmacológico es crucial. No obstante, hay muchos factores a nivel psicológico que son causa o consecuencia del mismo que es necesario gestionar para poder lograr el bienestar con la dificultad añadida de este déficit en los mecanismos de regulación del ánimo.

En este artículo se ofrecen pautas sobre el “qué” hacer, pero desde NB Psicología somos conscientes de que el “¿cómo?” no resulta tan sencillo. Reconocer que, a veces, necesitamos ayuda, requiere humildad y, tener la capacidad de pedirla es, también, una forma de auto-cuidado.

¿En qué te puede ayudar una terapia psicológica a la hora de gestionar el trastorno bipolar?

El estrés es un factor muy grande de riesgo de recaída. Aprenderás reconocerlo y a gestionarlo.

A pesar de que en el mejor de los casos la familia y el círculo social íntimo pueden jugar un gran papel en nuestra mejoría y manejo de los síntomas (lo que llamamos, ser un factor de protección), con frecuencia la realidad es otra: la mala gestión de los conflictos interpersonales puede ser un factor de riesgo que desencadene un episodio. Otras veces, no se tiene este círculo íntimo. La terapia psicológica puede ayudarte a desarrollar las habilidades necesarias para construir y/o mantener relaciones interpersonales íntimas y sanas, de forma que puedas contar en tu vida con esta red tan importante para tu mejoría y bienestar.

Una terapia psicológica puede ayudarte también a que comprendas la interrelación entre los pensamientos, las emociones y las conductas. Aprenderás a identificar la presencia de pensamientos que no te ayudan y modificarlos.

También se trabaja con las emociones, para que puedas realmente aprender a reconocerlas, comprenderlas y manejarlas.

Si te ves en esta situación, o conoces a alguien que pueda beneficiarse del contenido de este artículo, no dudes en compartirlo. Si, además, te planteas iniciar una terapia más en profundidad, en NB Psicología estaremos encantados de ayudarte.

Bibliografía

  • Becoña Iglesias, E., & Lorenzo Pontevedra, M. D. C. (2001). Tratamientos psicológicos eficaces para el trastorno bipolar.
  • Montes, J.M. (2009). Afrontando el trastorno bipolar: guía para pacientes y familiares. Enfoque Editorial S.C.
  • National Institute for Health and Care Excellence (NICE) (2014). National Collaborating Centre for Mental Health (UK. (2014). Bipolar disorder: assessment and management of bipolar disorder in adults, children and young people in primary and secondary care. https://www.nice.org.uk/guidance/cg185

Alejandra Sánchez

Psicóloga sanitaria en NB Psicología

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