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El miedo es una emoción que en este último año nos ha acompañado especialmente debido a la situación de pandemia causada por el virus SARS-CoV-2. Ante este acontecimiento, hemos tenido que enfrentarnos a diferentes desafíos relacionados con las medidas de emergencia sanitaria, el confinamiento, el distanciamiento social, la cuarentena, ver enfermar a familiares, la pérdida de empleo, el fallecimiento de personas amadas … entre otros.

Así, la pandemia ha afectado a nuestra salud mental y emocional y ha facilitado que experimentemos de una forma más intensa reacciones emocionales diversas como la incertidumbre, la tristeza, el enfado o el miedo, con las que hemos podido contactar casi diariamente y probablemente antes no éramos tan conscientes o no las teníamos tan presentes.

Y yo me pregunto “¿cómo no vamos a tener miedo?” La pandemia ha supuesto un acontecimiento totalmente nuevo para la humanidad, que a día 25 de junio de 2020 había causado ya 484.876 muertes en más de 188 países o regiones en el mundo y 9.522.025 casos de infectados (Dong, Du y Gardner, 2020).

Sentir temor o ansiedad ante una nueva enfermedad y lo que conlleva es natural. No obstante, en ocasiones, estas emociones pueden resultar abrumadoras, unidas a la pérdida de cercanía y distanciamientos social, es posible que tanto niños como adultos puedan sentirse más solos y aislados y cuenten con menos recursos de afrontamiento.

Quizás al leer este artículo lo primero que nos viene a la mente es “¿cómo puedo protegerme de estos sentimientos? ¿cómo puedo escapar del miedo, la ansiedad o la tristeza?”

Sin embargo, me gustaría compartir con vosotros que muchas veces “en el control está el problema”. Como comenta Hayes, el creador de la terapia de aceptación y compromiso en su libro Una mente liberada (2020), convertir el miedo o la ansiedad en un enemigo puede favorecer el incremento de dichos sentimientos y no facilitar su manejo, todo lo contrario, favorecer el empeoramiento de la situación. Es como si estando encerrado con un animal salvaje en una habitación en la que corres peligro, la estrategia que utilizas para calmarlo es darle trozos de carne, con la que puntualmente lo vas aplacando, pero cada vez tiene más hambre y se hace más y más grande, convirtiéndose en una amenaza mayor.

Desde la terapia de aceptación y compromiso lo que se pretende es ayudar a la persona que acude a la consulta de psicología a cambiar la relación con los pensamientos y las emociones que experimenta en su día a día, y de esta forma facilitar herramientas para gestionarlas sin tener que escapar de ellas.

En definitiva, dentro de la psicología contamos con diversas estrategias que pueden ayudarnos a comprendernos mucho mejor, tomar conciencia de nuestros estados emocionales y necesidades, tratarnos de una forma más autocompasiva y relacionarnos mejor con nosotros mismos y nuestro entorno. Sin embargo, no podemos escapar de nosotros mismos, pues el escape puede ser una de las principales tácticas que nos dificulten alcanzar el ansiado bienestar emocional.

Marta García García.

Psicóloga Sanitaria y Docente Grupo NB Psicología.

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