¿Alguna vez te has preguntado en qué se diferencia el duelo migratorio de un duelo «común»? En este artículo trataremos de explicar cuáles son las similitudes y las diferencias.
En primer lugar, podemos decir que el duelo migratorio es un duelo de carácter «ambivalente», puesto que las personas que migran, normalmente experimentan una mezcla entre expectativas de ganancias y beneficios y una serie de pérdidas. Al dolor asociado a estas pérdidas se le conoce como «duelo migratorio».
Como en cualquier otro duelo, se produce la pérdida de algo querido, en este caso, el país de origen y la gente que se queda allí, lo que conlleva un proceso de sufrimiento y adaptación.
En este proceso de adaptación y elaboración del duelo influyen factores diversos como el apoyo social con el que se cuenta, las diferencias culturales y las fortalezas o vulnerabilidades individuales. Por ello, será importante tener esto en cuenta a la hora de abordar un duelo migratorio.
Una de las características principales del duelo migratorio que lo diferencian de un «duelo común» es que no es total. El objeto de apego no desaparece totalmente, sino que permanece, pudiéndose retornar o volver a contactar con él en un futuro. Sin embargo, suele ser un duelo de larga duración, en el que permanece el contacto con el objeto perdido (el país de origen y la gente amada) a través de distintos medios de comunicación.
Así, podemos decir que el duelo migratorio se diferencia de otros duelos en cuanto que se trata de un duelo parcial, recurrente y múltiple.
Como todo duelo, el duelo migratorio también consta de una serie de fases o tareas del duelo que la persona migrante podrá ir atravesando a lo largo del tiempo. Para algunas personas estas tareas pueden ser realmente complicadas y por ello sería necesario facilitar espacios de acompañamiento y asesoría de los posibles procesos asociados.
Como hemos comentado anteriormente, el duelo migratorio podría definirse como el proceso de elaboración de las pérdidas asociadas a la experiencia migratoria. En la actualidad se habla de 7 duelos, haciendo referencia al tipo de pérdida que suponen.
Las principales pérdidas asociadas a la migración son: la lengua, la cultura, la familia y los amigos, el estatus, el contacto con el grupo étnico y la tierra.
1. Perder la lengua: implica en algunos casos la frustración de no poder expresarse como a uno le gustaría en otro idioma, lo que a menudo conlleva sentimientos de inseguridad y vergüenza.
2. Perder la familia y amigos: la pérdida de la red de apoyo constituye un factor de vulnerabilidad que puede suponer un riesgo de sufrir soledad o tas formas de violencia.
3. Perder el grupo de pertenencia/referencia: con la migración aparecen en muchas ocasiones sentimientos de extrañeza respecto a las costumbres, normas y actitudes del nuevo grupo.
4. Perder la cultura: quien se marcha pierde los referentes culturales, que implican normas de conducta, sonidos, olores, sabores, una manera de pensar y de sentir colectiva que les ha acompañado durante la mayor parte de su vida.
5. Perder el estatus: en muchas ocasiones quien migra acaba realizando trabajos que requieren de una cualificación mucho menor de la que en realidad tienen, lo que conlleva una pérdida de estatus.
6. La tierra: el duelo por aquellos paisajes y aquel clima del país de origen, muy diferentes en ocasiones a los del país de destino.
Algunos de los signos psicológicos asociados al duelo (signos y no síntomas puesto que el duelo no es una patología a no ser que se convierta en un duelo patológico) podrían ser somatizaciones, dificultades asociadas a la identidad y a la autoestima y sentimientos de culpa por haber abandonado a sus seres queridos. Estos signos pueden permanecer a lo largo del tiempo, por ello es importante prestarles atención y cuidar el proceso de duelo y adaptación al nuevo país. De este modo, podremos actuar de forma temprana y prevenir otras posibles consecuencias que puedan generar o aumentar la sensación de malestar en la persona.
