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Nos encontramos ante una era donde las redes sociales gobiernan nuestro día a día. Desde el momento en que nos levantamos estamos expuestos a ellas y durante el mismo, la gran mayoría de personas reconoce pasar varias horas utilizándolas.

A pesar de reportar mucha utilidad, también nos encontramos con diferentes aspectos que pueden afectar a nuestro bienestar. Las redes sociales son consideradas como un instrumento para la convocatoria de la movilización social (Benito, 2015). La sociedad, a través de los medios, es bombardeada hacia la búsqueda de la perfección. Físicamente parece definirse en base a un figura esbelta y delgada con la exposición de cuerpos modélicos que se relacionan con supuestos cánones de belleza y salud. Esto además se acompaña de una visible y reconocida vida de ensueño que la mayoría de las personas podrían llegar a desear en algún momento.

Estudios recientes han demostrado que los adolescentes son los que más influenciados pueden llegar a estar por estos cánones y estereotipos, ya que son el grupo social que más uso hace de la tecnología. Unido a esto, se encuentra el hecho de que se encuentran inmersos en una etapa evolutiva con muchos cambios, lo que los convierte en más vulnerables hacia todo lo que se exponen. Según García (2015) “El potencial uso inadecuado, desmedido y sin control de las redes, puede ser motivo de conflicto, especialmente en los más jóvenes que destacan por manifestar malestar psicológico, emocional, alteraciones conductuales, aislamiento, ansiedad, cambios en la autoestima y pérdida en la capacidad de control

Actualmente, parece que de forma inconsciente se asocia el éxito a este estilo de vida, por lo que un pensamiento casi automático podría llegar a ser: “Quiero esa vida y por ello debo parecerme lo máximo posible a esas personas”. Hoy en día, este efecto puede ser desatado en redes a través de la figura del influencer: una persona con reconocida reputación digital que publica contenidos consumidos por miles de seguidores. Una gran parte de los adolescentes son admiradores y seguidores de influencers que comparten diferentes aspectos de su día a díaLa cuestión es que lo que se comparte, en realidad son áreas de su vida cuidadosamente seleccionadas y que proporcionan una imagen idílica de la de vida, donde normalmente va acompañada de un físico que se ajusta a ideales de belleza basados en la delgadez.

Dado el impacto actual que tienen las redes sociales hoy en día, se están realizando muchos estudios acerca de la influencia que tienen sobre el comportamiento de las personas. Uno de estos estudios ha sido dirigido por Hummel y Smith en 2017, donde demostraron que el uso de redes sociales aumentaba la insatisfacción corporal, la preocupación por el cuerpo y el peso, y la internalización del ideal de delgadez de sus usuarios, generando así una baja autoestima y una sensación general de malestar significativo.

Según estos resultados, la conducta sana de los adolescentes en relación a la comida podría estar en peligro. La insatisfacción corporal podría llevar a restricciones en la alimentación con el fin de conseguir esos cuerpos de las personas a las que admiran. Este hecho, llevado al extremo, podría derivar en un trastorno de la conducta alimentaria, el cual genera gran sufrimiento y daño en las personas. Si hablásemos de anorexia, el comportamiento habitual sería una restricción en la cantidad de comida que ingieren. Mientras que la bulimia, implica que éstas restricciones podrían ocasionar episodios de ingesta de comida abusiva con la posterior necesidad de vomitar para compensar este comportamiento. A estos trastornos se ha sumado la denominada ortorexia, un aspecto que también tiene gran presencia en las redes sociales. La ortorexia consiste en ingerir únicamente alimentos calificados como sanos (alimentos sin pesticidas, colorantes, conservantes, modificados genéticamente, con grasas poco saludables o exceso de azúcares añadidos). Esto conduce a la persona a llevar una dieta restrictiva y a un aislamiento social compensatorio. En caso de verse en la situación de haber ingerido alimentos “no saludables”, aparecen conductas de nuevo compensatorias y un fuerte sentimiento de culpa. Cualquiera de estos trastornos supone para la persona un gran sufrimiento y limitación en su vida diaria.

Como se confirma en la investigación de Holland y Tiggemann de 2016, el uso de redes sociales tiene una relación significativa con la imagen corporal y las conductas y preocupaciones alimentarias. Dado que la edad de inicio para su uso es cada vez más temprana, es importante educar a los jóvenes en un buen uso de las mismas, así como hacerles más conscientes del funcionamiento y de los riesgos que puede conllevar su consumismo. En este sentido, las familias, los profesionales de la educación y de la salud, entre otros, tenemos un papel fundamental a la hora de seguir desarrollando ese sentido de responsabilidad y consciencia en toda nuestra sociedad.

BIBLIOGRAFÍA

Benito, J. E. (2015). Las redes y los movimientos sociales ¿una acción colectiva o marketing viral?.Revista ICONO14 Revista Científica De Comunicación Y Tecnologías Emergentes,13(1), 125-150. doi: 10.7195/ri14.v13i1.744

García, A. (2015). La adicción a las redes sociales en jóvenes, relacionada con la baja autoestima y la comunicación familiar. (Tesis pregrado). Recuperado de:https://repositorio.comillas.edu/xmlui/bitstream/handle/11531/1089/TFM000133.pdf7se qu ence=1&isAllowed=y

Holland, G., y Tiggemann, M. (2016). A systematic review of the impact of the use of social networking sites on body image and disordered eating outcomes. Body Image, 17, 100–110. doi: 10.1016/j.bodyim.2016.02.008

Hummel, A. C., y Smith, A. R. (2015). Ask and you shall receive: Desire and receipt of feedback via Facebook predicts disordered eating concerns. International Journal of Eating Disorders, 48(4), 436–442. doi: 10.1002/eat.22336

Blanca Rodríguez Suárez

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