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Muchas personas que acuden a un psicólogo refieren quejas relacionadas con la alteración de su bienestar emocional y calidad de vida. Estos síntomas tienen que ver con la presencia de dificultades para adaptarse a situaciones, principalmente en el ambito familiar, social o laboral, que requieren de la puesta en marcha de mayor cantidad de recursos de los que se utilizan habitualmente.

La forma en la que una persona piensa, siente y actua ante un evento determinado tiene que mucho que ver con el conjunto de creencias que se desarrollan en el sistema cultural en el que esta inmerso, la familia en la que se cría y de la que forma parte, las experiencias que vive a lo largo de la vida, la manera en la que se relaciona consigo mismo, con los otros y el mundo, así como de rasgos estables de personalidad que por medio de estas vivencias se van formando, entre otros factores.

Es por ello, que a la hora de llevar a cabo un proceso psicoterapeútico, es importante que el psicólogo no se centre únicamente en los síntomas que el paciente traslada en la consulta, sino que estos sirvan como una señal para evaluar y tomar conciencia de forma más detallada de su guión de vida y la función que cumple esta sintomatología, con el objetivo de comprender cómo se origina y mantiene el problema por el que acude.

Así, cada individuo a lo largo de la vida va formando esquemas complejos con los que interpreta el mundo, a sí mismo y a los otros, que tienen mucho que ver con los patrones de vinculación que establece en la infancia con sus cuidadores primarios, siendo los primeros años de vida fundamentales para el desarrollo cerebral y psicosocial.

En este sentido, es necesario que el o la terapeuta entienda las necesidades propias de cada paciente, y por medio de la relación terapeútica pueda favorecer la reparación de la persona, facilitando una relación de seguridad, en la que predominen muestras de apoyo, validación e implantación de límites adaptativos, que faciliten su proceso de cambio.

Citando a Richard Erskine: “es a través de una relación de cuidado y de comprensión que está en sintonía, una relación que cuida cada una de las transaciones, lo que permite a la persona empezar a curarse, porque es en esa relación donde la persona puede hablar de los traumas, la confusión, la tensión de su cuerpo, es a través de esta relación respetuosa, consistente y empática, que la gente puede empezar a hablar de cosas que antes tenía que negar y ahora puede experimetar en la relación terapeútica, estando de una forma diferente con la otra persona”.

Por lo tanto, por medio de la psicoterapia integradora, la persona que acude a terapia puede experiementar una relación interpersonal adaptativa, en la que se facilita la modificaciñon de los esquemas relacionales internos, se propicia la comprensión de uno mismo y se desarrollan estrategias adaptativas de afrontamiento, permitiendo la reducción de la síntomatología inicial y finalmente persiguiendo la mejora de la calidad de vida.

 

Marta García García

Psicóloga y docente Grupo NB Psicología.

 

Bibliografía

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  • Erskine, R.G. & Moursund, J.P. (2010). Integrative psychotherapy in action, Karnack Books, London. (Originally published 1988, Sage Publications, Newbury Park, CA & London.)
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  • Wallin, D. (2012). El apego en Psicoterapia, Bilbao: Desclée de Brouwer.

 

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