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Cuenta una popular fábula africana que había una vez una rana muy bondadosa que vivía en las orillas del río Níger. Un día se acercó un escorpión y le dijo:

  • Necesito cruzar el río urgentemente pero no sé nadar, por favor ayúdame a cruzar al otro lado, conduciéndome sobre tu espalda.

 

La rana, conocedora de los atributos naturales de su receptor, le contestó:

  • Sé quién eres, inyectas veneno, no voy a poner en peligro mi vida.

 

El escorpión se lo volvió a pedir desde su real emoción de impotencia ante aquél estado en que se encontraba. Le explicó, además, que era imposible que le hiciera ningún mal, ya que en ese caso él se ahogaría con ella en mitad del río.

La rana estuvo dudando un tiempo, hasta que finalmente, el lógico argumento del escorpión se impuso y decidió que por qué no, quizá sí que podía salvarle sin morir en el intento. Subió al escorpión a su lomo e iniciaron el viaje hacia el otro extremo del río. Cuando se encontraban a mitad de camino, la rana sintió un profundo dolor punzante por todo su cuerpo. Entonces supo que iba a morir.

  • Ahora moriremos los dos, ¿por qué lo has hecho?- espetó nuestro anfibio al escorpión-. Lo siento, ranita, no pude evitarlo, es mi naturaleza -contestó él-.

 

Nos podríamos inventar muchos finales alternativos a esta fábula. O podríamos quedarnos con el que está. Una rana que por bondad, muere a manos de escorpión incapaz de hacer algo diferente. También podemos pensar que vaya inocente era la rana, cómo no se dio cuenta de que iba a morir. O dudar de si el escorpión le mintió o realmente estaba convencido de que lograría vencer su naturaleza.

Pasa en ocasiones que hay personas-rana que les gusta salvar y se encuentran con personas- escorpión. Gran parte de las veces las personas-rana fracasan en su intento de salvación. Nadie puede salvar a nadie, esa es la gran paradoja. Altruismo o egoísmo, ¿de verdad creemos que son incompatibles? Quizás se puedan ser las dos cosas, al igual que se puede estar triste y contento a la vez.

En definitiva, si identificas que en ocasiones eres o has sido una persona-rana, piensa en un final alternativo para esta fábula. Uno en el que ser altruista no pase por el menoscabo de tu persona.

Escrito por Ana Moyano psicóloga del equipo NB.

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