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A lo largo de mi carrera profesional han sido múltiples las ocasiones en que me han hecho esta pregunta. Durante mis inicios no sabía muy bien qué responder. La interrogación me producía cierto desconcierto y no conseguía dar una respuesta satisfactoria ni para mí ni para mi interlocutor. “Cada cual es diferente” respondía a veces. “Gente que está triste o angustiada” podía contestar otras. No me convencía.

¿Qué porcentaje de personas conoces a las que les vendría bien acudir a terapia psicológica? ¿Cuántas de ellas crees que lo harán en un momento de su vida?Probablemente no tantas como lo necesitarían. En ocasiones es muy relevante el tema económico (aunque actualmente hay múltiples asociaciones que ofrecen terapias a bajo coste o gratuitas), las dificultades individuales y el estigma social existente en torno a la petición de ayuda psicológica.

En el año 2016, las personas continuamos manteniendo la idea de que quienes van a terapia son “los otros”. Raros, locos, tarados, enfermos, gente que está mal o extraños seres que habitan en las tinieblas. De hecho, cuando alguien acude a terapia, es común que presente miedo a que sus familiares se enteren. A veces, creen que están locos, tarados, enfermos, que son gente que está mal, se sienten extraños seres que habitan las tinieblas o tienen miedo a que el resto lo piense.

Ahora si me preguntas ¿cómo son las personas que acuden a terapia psicológica? Puedo finalmente darte una respuesta que a mí me deja tranquila y probablemente a ti te desconcierte. Verás, te voy a hablar de mis pacientes para que te hagas una idea de para quién trabajo.

Son el chico ese de la parada del bus que tan atractivo te parece, son tu hermana, tu novia, tu profesor de matemáticas avanzadas, son mi pareja, tus padres, los míos, el escritor de ese poema que le envías a tu mejor amigo, el jefe de tu empresa, tu suegra, el mejor amigo de tu hermana, el hombre ese tan majo al que le compras el café para llevar cada mañana, tu cuñada, la señora borde de la panadería o la maestra de tu hijo. Y vienen el día en que su “yo valiente” les dice, susurrándoles al oído aunque sea desde el fondo de su malestar, que otra forma de vivir es posible. Todos ellos tienen mi más profunda admiración y respeto.

Escrito por Ana Moyano psicóloga del equipo NB.

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