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Es corriente que cuando sentimos malestar, le denominemos ansiedad. Todo el mundo habla de ansiedad. En la pescadería, tu cuñado, mi madre, el del banco, la hija adolescente, unos chicos en el parque, la maestra, mi psicóloga. Seguro que tú también, alguna vez (o muchas) has afirmado que tienes ansiedad o estás ansioso.

Retrocede en la historia de este sentimiento ¿Cuándo fue la primera vez que te visitó? Ponle un nombre. No pasa nada. Sí. Miedo. Esa emoción antigua y primigenia. Miedo. Me pregunto en qué punto dejamos de llamarle miedo para denominarle ansiedad. Y nos pregunto, y vienen respuestas como: “el día en que mi médico me dijo que tenía un trastorno de ansiedad generalizada”. “En el momento en que mi tía me dijo que los hombres no le tienen miedo a nada”. “Una mañana leí un artículo en el que ponía blablablá”. “Justo en el instante en el que los miedos eran infinitos y necesité una palabra singular que les quitara tanta pesadez y amargura”.

¿Pero qué es la ansiedad? ¿Existe realmente? La base de la ansiedad es el miedo. Y ponemos palabras vacías que no cuentan nuestra historia, que no explican qué nos pasa, que no tienen que ver con nosotras. Qué miedo da decir tengo miedo. Podemos pensar. Si tengo miedo es que soy débil. Si tengo miedo me van a decir que no hace falta que lo tenga. Si tengo miedo me van a culpar/me voy a culpar.

Sustituir miedo por ansiedad nos aleja. Para lo bueno y para lo malo. No me siento tan culpable, no me da tanta vergüenza, no suena a persona débil… Pero me desconecta de mí mismo. Me escinde, me pierde, y me disipo bajo el tupido velo de la ansiedad. El precio que se paga es alto. Pero es que el miedo da mucho miedo.

Os propongo una cosa. Para ir despacio. No vaya a ser que el miedo se asuste. Pero qué os parece si un día le miráis de frente, despacito, a ver en qué parte del cuerpo se aloja. Dejarle pasar y observarle detenidamente. Conocerle.

Escrito por Ana Moyano Cabrera  psicóloga del equipo NB.

     

Aprehenderle. Y poder comenzar a familiarizarnos con él. Así quizá el miedo deje de asustarse tanto. Y nosotras también con él.

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