Ana Moyano
Psicóloga sanitaria y docente en NB Psicología
Manuel y Vicent se conocieron en el instituto. Empezaron siendo amigos y conforme fue avanzando el curso escolar estrecharon su relación y comenzaron a salir juntos. Ellos soñaban con dar la vuelta al mundo, montar en globo y bucear en islas de nombres remotos. Compartían tiempo leyendo, viendo películas y riéndose de sí mismos. Cuando se abrazaban sentían tanto bienestar que se preguntaban si el resto de personas tendría la misma suerte que ellos al encontrarse. Manuel y Vicent se querían y apoyaban, es decir, gozaban de una gran intimidad en su relación de pareja. Fueron a la universidad y allí cada uno comenzó a desarrollarse por vías distinas, Manuel quería viajar lejos y Vicent deseaba adoptar un perro y mudarse a vivir cerca del mar. Finalmente sus caminos se separaron, pensaron que quizá se habían conocido demasiado pronto.
Carla y Xoel comenzaron su aventura amorosa entre las paredes de la oficina en la que trabajaban. Ella estaba casada pero sentía que su cuerpo no podía controlar la irreflenabale atracción que Xoel le provocaba. Xoel acababa de finalizar una relación de pareja y no quería nada serio. Durante un tiempo se generaron múltiples incendios internos hasta que Xoel cambió de ciudad por trabajo y la relación finalizó. Carla y Xoel gozaban de unas grandes dosis de pasión.
Gabriela y Marta se conocieron en su último año de carrera. Cuando terminaron la universidad recogieron las pocas pertenencias que tenían y se marcharon a trabajar y estudiar idiomas al extranjero. Les gustaba vivir juntas y sus familias se llevaban fenomenal, cuando iban de vacaciones con ellos pasaban las tardes jugando a las cartas y charlando animadamente.Ambas quería tener hijos y todo su entorno las consideraba una pareja muy sólida. Su compromiso siguió aumentando hasta que llegó un punto en el que comenzó a decaer y rompieron. A veces el amor se termina sin razones concretas, simplemente sintieron que “ya no era”.