Dada la situación que se está viviendo en los últimos días, vemos importante aportar nuestra visión como psicólogos.
Recibimos mucha información, hablamos sobre ello en nuestro entorno, y cada persona comparte su opinión y preocupación (o despreocupación) al respecto. Todo ello unido a la incertidumbre y velocidad con que cambian las cifras o medidas a adoptar, contribuye a generar una sensación de alarma en la sociedad y en el individuo. Es normal que aparezca esta reacción, lo difícil es manejarla de manera que no se vuelva desproporcionada.
En muchos casos estamos observando respuestas tales como:
- Anticipaciones: “¿Y si los supermercados se quedan sin comida?”
- Pensamientos catastrofistas: “Se avecina otra crisis”
- Pensamientos obsesivos en torno a la enfermedad, sus consecuencias y las medidas que se adoptarán. Dificultades para desviar la atención a otros temas.
- Necesidad de recabar información, en un intento de calmarnos.
- Hipervigilancia de nuestro entorno: quién tose, quién lleva mascarilla, quién está aislado en su casa…
- Revisión exhaustiva de nuestro cuerpo: comprobando repetidamente si reunimos los síntomas de la enfermedad, amplificando la intensidad con que se presentan.
- Síntomas de ansiedad: taquicardia, agitación, respiración acelerada…
- Necesidad de hablar constantemente sobre el tema.
- Interferencia en nuestras tareas y hábitos cotidianos: problemas de sueño, de concentración…
En este punto puede ser útil diferenciar dos posibles manifestaciones del miedo:
Por un lado, el miedo es una emoción adaptativa, que nos protege ante peligros que atentan a nuestra supervivencia. Esto sería lo que por ejemplo ocurre cuando vemos inesperadamente una serpiente y reaccionamos con un sobresalto protegiéndonos del supuesto peligro. En este contexto, el miedo puede ayudarnos a protegernos del posible contagio, concienciándonos de la importancia de seguir las medidas higiénicas recomendadas (lavarnos las manos, distancia de seguridad, evitar aglomeraciones o contacto con población de riesgo…), y esto sí depende de nosotros.
Ahora bien, puede ocurrir que este miedo deje de ser adaptativo, bloqueándonos, angustiándonos o haciendo conjeturas sobre todo lo negativo que está por venir. Es importante atender y ocuparnos de aquello que está en nuestras manos, pero también poder aceptar que hay y habrá aspectos que escapen a nuestro control. Aceptar esto nos ayudará a vivir este periodo con más serenidad pese a la dificultad de la situación.
Desde NB Psicología te damos las siguientes recomendaciones:
- Tomar conciencia de nuestros pensamientos anticipatorios y alarmistas, centrándonos en el presente y en lo que sí podemos hacer.
- Evitar la sobreinformación y la falsa creencia de control a corto plazo.
- Escuchar a nuestro cuerpo y a lo que sabemos de él. Somos quienes mejor conocemos cuándo algo no va bien, aunque el miedo nos haga creer que nuestras sensaciones signifiquen estar enfermos.
- No permitir que este tema invada nuestra vida, nuestros pensamientos y nuestros temas de conversación.
- Si consideras que te puede costar seguir nuestras recomendaciones, siempre puedes contar con nosotros. El equipo de NB Psicología está disponible para ti.