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Normalmente, cuando iniciamos una relación de pareja, el amor romántico fluye por nuestras venas, por todos nuestros sentidos. Sentimos un fuerte deseo y pasión por nuestra pareja y la idealizamos, obviando muchos de sus defectos. Esto se produce debido al enamoramiento o limerencia, ese proceso que, según los expertos como la profesora Cindy Hazan, de la Universidad de Cornell en Nueva York, puede durar hasta los 18-30 meses. 

Una vez terminada esta etapa inicial que es variable para cada relación romántica, la pareja entra en una nueva etapa en la que la pasión ya no es tan importante. En esta etapa comenzamos a ver al otro tal y como es. Vemos también su parte oscura, sus defectos, eso que tanto nos disgusta. 

Resulta que, eso que tanto nos molesta del otro probablemente sea algo que yo estoy reprimiendo de mi personalidad. En concreto, puede hablar de una de mis carencias o heridas emocionales infantiles. Al final el otro es un espejo, y me está reflejando aquéllo que necesito sanar. 

Desde la psicología psicoanalítica y la teoría del apego, buscamos reproducir y vivir inconscientemente aquéllo que nos es familiar. Por tanto, si en la infancia mi papá se mostró ausente porque trabajaba muchas horas, o incluso si me abandonó cuando era pequeña, lo esperable será que esto genere en mí una herida de abandono. Esta herida se traducirá en mí como “cuidado, estáte atenta ante cualquier señal de abandono del otro” o “tal vez me abandone, porque no soy lo suficientemente buena para él”. Así que, desde mi inconsciente, tal vez me atraiga una pareja independiente, fuerte, y resolutiva, pero que tenga como defecto el no tener en cuenta mis necesidades emocionales de cercanía e intimidad. Ante una señal de distancia del otro, “no me coge el teléfono en toda la mañana”, puedo entrar en un estado de hiperactivación y ansiedad porque tengo miedo a un abandono, que, tal vez, no vaya a ocurrir. 

De hecho, el cómo me comporto en la relación, desde la ansiedad, puede provocar que esta persona independiente, se sienta asfixiada y trate de huir, reabriendo mi herida del abandono. No puede con tanta responsabilidad y se siente sobrepasado, incluso llega a sentirse culpable porque, por ejemplo, no atiende el teléfono de su pareja durante toda su jornada laboral. Por un lado necesita espacio y está cansado de tener que estar tan pendiente, pero por otro lado, se siente terriblemente culpable. Esta ambivalencia que vive en su mundo interno le genera ira y rechazo hacia su pareja. Ella se siente abandonada y él se siente culpable. Y eso les está alejando. 

A lo mejor resulta que este otro tiene una herida de la culpa. Cuando era muy pequeño, su madre siempre hablaba de lo mal que estaba su hermana pequeña porque siempre estaba “malita porque tiene Síndrome de Down”. Veía a su madre desbordada y desde entonces empezó a pensar sobre sí mismo que también tenía que ser responsable. Pero esto le agobiaba porque era un niño y quería jugar, así que ese niño se convirtió en adolescente y empezó a salir más de casa, beber para evitar ese conflicto emocional… porque no podía soportar ver y oír cómo su madre no podía con tanta carga. Su padre trabajaba mucho y no podía ayudar en casa. Así que él siempre arrastró dicha carga, esa culpa… tratando de evadirse de ella…

Así que aquí y ahora está la pareja, viniendo a consulta, cada uno con sus heridas emocionales abiertas, sangrando. “Discutimos mucho, él pasa mucho tiempo fuera de casa y no me habla; ella siempre está enfadada por cualquier cosa, me agobia, no para de recalcarme que no la hago caso…” 

Ella le refleja la herida de la culpa a él, para que sea consciente, la integre y la sane. Porque a lo mejor él no tiene por qué llevar esa carga ni sentirla como tal. De esa manera no tiene por qué sentirse enfadado con ella, comunicarse, y no estar tanto tiempo fuera de casa. 

Él le refleja la herida del abandono a ella, para que empiece a autocuidarse y a ocuparse de ella misma sin depender en exceso del otro. Porque a lo mejor no tiene por qué sentirse abandonada. De esa manera no tiene por qué enfadarse con él y exigirle continuamente pruebas de afecto, cercanía e intimidad. 

Isaac Díaz Oliván
Psicólogo General Sanitario col. M-31971
Psicólogo Especialista en Psicoterapia Integradora; con énfasis en apego, familia, pareja, trauma y disociación

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